06/04/2025 10:19
AAKK_full86
Cash Project
Nivel 37
3.335 mensajes
24 premiados

Ahora entiendo porque la gente intenta usar GTO para jugar al poker. La IA te ha dado buen repaso en cuánto a ligar en el penúltimo post. xD

Se nota que me he hecho "mayor" y veo todo esto bastante raro (random si hablamos spanglish), aunque me resulta curioso leerte. Eso si, veo que entras a pocas españolas, supongo que las de fuera están de paso y serán mas abiertas. Bueno, y supuestamente los latinos son mas simpáticos que nosotros, aunque también depende, ya que no es lo mismo alguien del norte que del sur. 

De todas formas, me gustaría ver la skin del narrador, ya que influye mucho en lo receptivas que puedan ser las mujeres, tanto en vivo como online. No creo que fluyan igual si la skin es de Mario Casas que de Ignatius.

Respecto al poker, buenos resultados, asi que vas por el buen camino.

Un saludo

 

 

06/04/2025 13:16
Alby
Cash Project
Nivel 21
75 mensajes
1 premiado

Que pasa Crack,

Me he leido la mitad de tu blog, y por que no tenia mas tiempo!

Sinceramente es digno de admirar, y muy motivacional. Por aqui me quedo viendo tus updates.

Saludos

07/04/2025 20:48
Diamonds …
Cash Project
Nivel 32
167 mensajes

Entrada extra de la semana

-EDUCALIGUE-

Domingo de ParqueSur con Leo: Nos hicieron el Cold Approach a nosotros.
 

Como he visto que estáis activos por el Blog, me he decidido traeros una entrada extra esta semana. 

Esto ya empieza a ser costumbre, al igual que los dos domingos pasados, este último domingo no fue diferente. Quedé con Leo en ParqueSur.
Al principio me costó convencerle un poco de que viniera aquí, donde yo vivo, ya que me dijo que prefería ir al centro. Lo que pasa es que los domingos los tengo bastante ocupados y no me da tiempo a desplazarme, así que me tocó convencerle de que se acercara él.

Una vez se convenció, quedamos a eso de las seis y media de la tarde.
Yo bajaba con muy buena energía.

Y, curiosamente, el primer grupo al que nos aproximamos, en plan calentamiento, fue un grupo de dos chicos y una chica, sentados en unas tumbonas junto a la fuente de ParqueSur.
La conversación simplemente giró en torno a un clásico ya del blog:
—¿Os puedo pedir un consejo rápido? Estoy hablando con una chica por Hinge y no sé si este mensaje es brillante o un desastre.

Me dieron su opinión sobre el chat, que básicamente era que la chica no parecía muy interesada.

Y aquí quiero abrir un paréntesis.
Es curioso cómo la gente profana analiza el juego —en este caso, el juego de texto—.
Donde ellos ven desinterés y creen que hay que abandonar, yo veo una prueba. Una invitación a ver si eres capaz de sacar esa chispa que la otra persona aún no ha sentido. Y claro, siempre desde un marco juguetón, nunca desde la necesidad o el “hazme caso, por favor”.

Total, terminamos esa interacción y nos fuimos a dar una vuelta por dentro del centro comercial.

Y entonces, 20 minutos después, ya cerca del Zara… uno de los chicos del grupo anterior se me acerca y me pide el Instagram.
Mi primer pensamiento fue instintivo: este tío quiere ligar conmigo.
Así que le solté directamente:

—Antes de nada, quiero que sepas que no estoy intentando ligar contigo.

Porque en la interacción anterior ya habíamos tenido un momento medio en broma donde, tras decirme que era mejor ligar en persona que por apps, le solté algo tipo:

—Pues esa sudadera no te queda nada mal, ¿eh?

Fingiendo que estaba ligando con él. Y casualmente fue ese mismo chico el que luego me pidió el IG.

Pero me respondió muy tranquilo, que no tenía ningún interés en ese sentido. Que la chica del grupo era su novia, de hecho.
Y de repente aparecieron también la chica y el otro chico, y se unieron a la conversación.

Y no sé si fue mi ego, pero sentí como que nos estaban retando un poco.
Nos hicieron algunas preguntas muy directas. Por ejemplo:
—¿Y tú cómo te sientes cuando hablas con una chica?

Y aquí reconozco que no estuve fino. Mi respuesta fue:
—Me siento superior.

Pero no me expliqué bien. Lo que quise decir —y no me salió— fue esto:
Cuando estoy hablando con una chica, no me siento necesitado. Me siento seguro, confiado en lo que soy, en el trabajo que hago, en mi disciplina, y en lo que todavía me queda por construir. Así que, en vez de pensar si soy suficiente para ella, lo que pienso es si ella es suficiente para mí.

Pero claro, soltar un "me siento superior" sin más... pues no ayudó.

Y entonces me soltaron otra:
—Si te sientes así, ¿por qué cuando escribes por apps no transmites eso?

De nuevo, la diferencia entre cómo ve el juego alguien de fuera y cómo lo vemos los que llevamos horas de vuelo.
Donde ellos ven necesidad, yo estoy calibrando, tanteando, buscando esa frase que rompa la barrera y dispare la conexión. Como, por ejemplo:

“Guau, una ingeniera que se hace la dura... pero tengo una teoría: seguro que en persona eres un angelito.”

Pero bueno, más allá de eso, el grupo fue muy majo.
Primera vez que alguien nos hace un cold approach a nosotros. Solo por curiosidad.
También les llamó la atención que yo me dedicara al póker, y hablamos un poco sobre eso también.

Otro detalle interesante fue cuando nos preguntaron:
—¿Cómo fomentáis vuestro carisma?

Como si pensaran que esto de salir a hablar con chicas fuese simplemente una excusa para ligar.
Y ahí les explicamos lo que tú y yo sabemos: esto va mucho más allá de ligar.
Es un entrenamiento real contra la vergüenza, el ego, las creencias limitantes.
Es decirle “no” al miedo.
Porque si aprendes a enfrentarte al miedo en la calle, también sabrás enfrentarlo en la vida.


Después de esa conversación con el grupo, seguimos caminando y se dio uno de los momentos más bonitos del día.
Vi dos grupos de chicas sentadas cerca una de otra, pero claramente no se conocían.
Decidí entrar al primer grupo —dos chicas— con la excusa de siempre:
—Oye, necesito vuestra ayuda con un mensaje que estoy a punto de enviar a una chica en Hinge.

Y cuando saqué el móvil para enseñarles el mensaje… noté que las chicas del otro banco se giraron y prestaron atención. Una de ellas incluso se rió en voz alta, como si no pudiera evitar escuchar.
Así que les dije:

—Vosotras también podéis opinar, ¿eh? Esto ya parece un juicio social improvisado.

Y boom: se unieron.

De repente estaba rodeado por dos grupos distintos de chicas, todas opinando, riendo, colaborando. Incluso las unas hablaban con las otras como si fueran amigas de toda la vida.

Y en ese momento me sentí en casa.
No por el resultado, sino por el flujo.
Por la energía que se genera cuando simplemente decides hacer.


Reflexión final – El efecto mariposa

Después de esta pequeña anécdota, me di cuenta de algo que quiero compartir.

A veces, por el simple hecho de hacer algo, se acciona el efecto mariposa.

Porque si lo piensas:
En la primera interacción con el grupo de chicos, solo por acercarme, se activó una cadena que terminó en ellos volviendo, preguntándonos cosas, haciéndonos reflexionar.
Y en el segundo caso, solo por hablar con un grupo de chicas, acabamos generando una escena espontánea, con dos grupos distintos que terminaron hablando entre ellas y conmigo, como si fuera una tertulia de película.

Lo mágico es que nada de eso estaba planeado.
Simplemente ocurrió.
Y ocurrió porque tomamos acción.

Y eso, para mí, es la verdadera enseñanza.
Que cuando decides moverte, romper la inercia, salir del modo espectador…
A veces, la vida te sorprende con pequeñas escenas que te recuerdan que estás vivo.

11/04/2025 21:09
Diamonds …
Cash Project
Nivel 32
167 mensajes

Entrada sábado día 12 de abril


Miércoles de interacciones variadas

Le pico un poco… y me da un golpe en el brazo

Ya llevaba bastantes interacciones en muy poco tiempo. Creo que 4 interacciones y unos 5 o 6 cumplidos rápidos.
Veo a una chica sentada en Plaza España, pero no me atrevo a lanzarle el abridor. Algo me dice que no va a salir bien. Lo sé… fallo mío.

Para no darle el punto a la vergüenza, mi mente saca un plan B: pedirle consejo sobre una cita.

Me acerco:

—“Oye, perdona, una duda súper rápida. Me estoy escribiendo con una chica en una app de ligar, y estoy a punto de proponerle una cita. Estoy entre invitarla a cenar o simplemente tomar un café y dar un paseo. ¿Qué harías tú?”

Ella me dice que un café es mejor, menos presión, más conversación.
Pero luego matiza:

—“No sé… a mí lo del café me parece raro. Dile de tomar una caña.”

Y yo, lanzando un nega juguetón:

—“Madre mía… ¡Pero si los chavales de mi edad no quedamos para tomar cañas!”

Ella sonríe, y aquí empieza el juego.

—“Oye, ¿pero tú cuántos años tienes?”
—“A ver, ¿cuántos me echas?”
—“Yo creo que pocos. ¿Y tú cuántos me echas a mí?”

¡PUM! Ella entra a mi marco y juega conmigo. Le digo:

—“Parece que tienes 32…”

—“¡Qué capullo!” —me suelta.

Yo, encantado. Le digo:

—“En realidad pareces buena dando consejos… ¿a qué te dedicas?”

Y aquí lanza una bomba:

—“Al final verás cómo la chica francesa soy yo…”

Ella recoge cable rápido:

—“No, no, era broma.”

Pero ya estaba dicho. La interacción termina porque ella tenía una cita. Sospecho que era con una chica. Pero le digo:

—“Pues mira, hoy tú me vas a dar suerte para mi cita con la francesa. Y yo te voy a dar suerte en la tuya.”

Me voy con una sonrisa.
La vibra fue brutal.
Le piqué lo justo.
Y lo disfruté.


Tatuajes peligrosos

La vi de lejos. Pelirroja, tatuada, guapísima. Al lado de un hombre mayor —su padre, seguramente. Me dije: por favor, que no vaya acompañada...

Se desvía. Va sola. Es mi momento.

Cuando llego a su altura, veo a otro hombre mayor que la mira, le da un codazo al que parece su padre y le dice algo como: fíjate en esa chica.
Y aquí noté un cambio en mi identidad.

El Alberto de antes se hubiera frenado. El de ahora no.

Le lanzo:

—“Te he visto caminando… y me has transmitido la energía de alguien a quien todo le da igual. Así que he dicho: tengo que decirle algo.”

Ella responde con cierta indiferencia, pero aguanta la mirada.

—“¿Y eso por qué?”

Yo flirteo:

—“Tienes pinta de no dejarte impresionar por nada.”

Me dice que es mexicana.

Yo:

—“Pues no te pega nada. Pareces europea. Pero cuando hablas… ese acento te delata. Y si a eso le sumamos la fama que tenéis de peligrosas…”

Ella sonríe:

—“¿Qué edad tienes tú?”

—“A ver, ¿cuántos me echas?”
—“25.”
—“Casi, señorita. Tengo 23. Y yo a ti te echo… 37.”
—“Tengo 32…” —me suelta, medio molesta.
—“Vaya, ahora sí que te caigo mal. Eso me encanta.”

Sigue sonriendo. Flujo, tensión, juego.

—“¿Y qué haces un miércoles por Madrid?”

—“Trabajo aquí.”

Como la vibra empieza a caer, le suelto:

—“Voy al Zara a comprarle algo a mi hermana, pero siempre lo devuelve todo. ¿Me das algún consejo?”

Ella me suelta algo genérico. Veo que no pregunta nada y cierro la interacción.


Le hago un cumplido y me falta echarle valor

Voy paseando por el Palacio Real con buena energía. Veo una chica mona y me digo: voy a practicar perder la vergüenza.

Le digo:

—“Hey, me encantan tus gafas.”

—“No hablo español.” Me dice ella...

Así que cambio al inglés:

—“I really like your sunglasses. They look really cool on you.”

—“Oh, thank you!” —responde ella.

Su lenguaje corporal era súper positivo. Se detiene. Acorta la distancia.
Pero mi mente solo tenía una misión: dar el cumplido. No supe seguir.

Me falló el coraje para continuar.
Me fui.

Y lo peor: ella lo habría puesto fácil. Bastaba con decir:

—“Tienes un acento súper mono. A ver si adivino de dónde eres… americana, ¿no?”

Gran lección del día:

Si la vibra es buena, sigue hablando. No cortes por sistema.


Francesa risueña… y el intento de cita instantánea

Últimas interacciones del día. Estoy en Gran Vía. Me cruzo con una chica guapa, con vestido, estilo muy francés. Me espero a estar en un sitio menos saturado de gente y le paro.

—“Con ese vestido… vas llamando la atención.”

Se ríe. Me dice que no entiende mucho español, que es francesa. Cambiamos al inglés.

La chica no para de reírse.

Me cuenta que estaba de compras por Madrid. Le digo:

—“Hay dos tipos de compras. Las que haces por necesidad… y las que haces porque tu sangre te lo pide.”

Ella entra en el marco:

—“¡Me lo pide la sangre!”

Sigo viendo buena vibra y paso a escalar:

—“Estoy buscando un sitio para tomar café… ¿conoces alguno?”

—“No… tú eres de aquí. Tú deberías saberlo.”

—“Vale, se me acaba de ocurrir algo: vamos juntos en la búsqueda de uno.”

Le tiré la cita sin preguntar, dándola por hecha, como debe ser. Pero ella me dice que se va al día siguiente. Que estaba simplemente paseando.

Y ya está. Se acabó.

¿La clave?

Intenté la cita instantánea. Jugué para ganar.

Jueves de cobras peruanas

El jueves empezó bastante bien. Tenía una energía buena, pero también seria. Es decir, no estaba excitado ni nervioso. Estaba en calma. Había meditado por la mañana, y aunque físicamente me notaba algo fatigado del día anterior, me sentía con confianza.

Hice dos interacciones de calentamiento, preguntando a grupos de chicas por algún consejo aleatorio sobre primeras citas. Algo del estilo: “¿Qué es mejor para una primera cita? ¿Invitar a cenar o tomar un café y dar un paseo?” Un poco como hicimos el día anterior con la chica del banco en el Retiro.

Y entonces… surgió la magia.

Fijaos cómo es la vida: yo nunca suelo ir hacia el mirador del Palacio Real solo, pero ese día, por alguna razón, decidí acercarme a esa zona. Justo cuando estaba por la Catedral de la Almudena, veo a una chiquita latina sentada en las escaleras, comiendo. Me lo pienso un poco… y decido que la mejor forma de entrarle es pasar de largo y girarme después para lanzarle algo con flow.

Interacción iba de manera estándar. Lo positivo: la chica se reía mucho.

En un momento de la conversación, después de cualificarla un poco, me suelta algo que me voló la cabeza:

—“Oye, pues si quieres que te lo diga, siéntate aquí conmigo.”

🔥 ¡BOOM! Mi mente pensó: “Guau. Increíble cómo estoy manejando esto. E increíble el grado de atracción que tiene que haber para que me diga eso.”
Así que, manteniendo el marco, le dije:

—“A ver, responde primero, que necesito saber si eres peligrosa…”

Ella se ríe, responde bien, y me siento a su lado.

Le propongo que vayamos al mirador justo detrás. Acepta.

Una vez allí, le vuelvo a proponer plan:

—“Vamos a tomar algo por ahí.”

Ella me lanza su primer shit test: “Quiero ver el Palacio Real por dentro.”

Como si nada, insisto en la cerveza. Acepta. Nos vamos a la plaza de Santo Domingo a tomar algo.

Y aquí reconozco algo: me sigue faltando ese toque picante. Hacemos el típico juego de preguntas. Ella ríe, yo flirteo. Hasta aquí, todo bien.

Cuando voy al baño, se me ocurre algo: al volver, paso por su espalda y le hago un pequeño masaje en los hombros. Es un paso para romper el hielo físico más allá de los choques de manos.

Después le propongo:

—“Vamos al Retiro.”

Ella me vuelve a lanzar lo del Palacio Real, pero vuelvo a insistir con el Retiro y acepta.

Allí paseamos, vemos el lago, y nos hacemos una foto juntos en el Palacio de Cristal. Luego le meto un juego:

—“Tengo un test preparado para ver si eres una peruana peligrosa.”

Le llama la atención. Porque sí, era peruana.

De cara era un 6, de cuerpo un 7,5. Una chica promedio… pero con chispa.

Sacamos la toalla, nos sentamos en el césped y le lanzo:

—“Del 1 al 10, ¿cuánta conexión crees que tenemos?”

Ella responde:

—“Un 7.”

Yo, siguiendo el juego:

—“Como eres un poco mentirosa, voy a hacerle caso a las cartas. Yo soy jugador de póker… confío más en ellas que en ti.”

Le hago un truco de cartas. Sale perfecto. Sus emociones suben. Momento ideal para escalar...
¿Y qué hago?

Nada.

Entre que estoy verde y que estábamos uno frente al otro con las cartas entre medias, no vi el hueco para avanzar físicamente. Otro se habría lanzado. Yo aún no.

👉 Nota mental: el truco hay que hacerlo sentado junto a ella, para que después pueda decir algo como:

—“Vaya, parece que sí hay conexión… ven, dame un abrazo.”

Y escalar desde ahí con un beso en la mejilla.

Luego le pregunto a ChatGPT por un juego para dos personas, y me suelta una joya:

Sacar una carta cada uno. El que saque la más baja, hace un castigo.

Lo aplico. Me permite tocarle el cuello de manera muy sensual. Ella reacciona cerrando los ojos y levantando la cabeza. Le gusta.

Le doy otro masaje. Le acomodo el pelo. Pero sigo sin lanzarme. Hasta que por fin lo hago…

💥 Me como una cobra.
Ella gira la cara y me da la mejilla.

¿Y sabéis qué?

Gracias a los vídeos que veo en el gimnasio, manejé la situación como un puto pro.

Seguí hablando como si nada.

Porque, como dicen algunos cracks del juego:

Nunca pierdes a una chica por intentar besarla. Solo por no tener intención.

La chica quería seguir conmigo. Paramos en un baño. Luego nos fuimos juntos a ver la puesta de sol sentados en las escaleras del Retiro.

Me puse las gafas, me distancié, y ella buscaba validación.

Me dio chocolate. Estuvimos compartiendo.

Y entonces llegó el plan maestro.

—“¿Y si vamos a Alcorcón? Tengo el coche en mi estación y hay un mexicano buenísimo.”

Acepta.

Sube a mi coche. Le hago mi truco de las marchas:

—“Pon tu mano aquí y cambia de marcha conmigo.”

Funciona. Siempre lo hace. Conexión brutal.

En el centro comercial, descubrí que es medio otaku, le metí un poco de caña.

Cenamos. Le conté mi historia del póker.
Luego intenté el último movimiento:

—“¿Tienes algo de beber en casa? Te puedo enseñar a bailar salsa…”

Me dice que no. Y lo acepto.

Volvemos al coche. Le deseo lo mejor, de corazón. Le doy la mano transmitiéndole energía. Ella se derrite.

Nos damos un abrazo. Luego ella me pide un segundo abrazo.
Me da un beso en la mejilla. Y se va.

Yo conduzco de vuelta a casa, escuchando música. Sonriendo.


Reflexión final

La moraleja de esta historia es que es increíble cómo se nota la mejoría.

También quiero recalcar lo bien que sienta hacer las cosas bien en cuanto a ser buena persona y ser un caballero. Me encanta esa faceta de mí.

Estoy súper contento con lo que estoy consiguiendo y sé que no soy consciente de los resultados que voy a obtener y de lo divertida que va a ser mi vida, no solo por las chicas sino por el trabajo y la vida que voy a tener.


Poker ♠️

Esta semana no ha habido manos épicas ni sesiones memorables. Pero eso no significa que no haya progreso.

He seguido con mis sesiones, manteniendo el volumen, y lo más importante: sigo consolidando mi identidad como jugador disciplinado.

La sensación general es buena. No hay ruido, solo enfoque. Sé que todo lo que estoy construyendo ahora, poco a poco, va sumando.


Rutina de la semana

Y recordad eso de que la disciplina siempre bate a la genialidad 😉

19/04/2025 20:12
Diamonds …
Cash Project
Nivel 32
167 mensajes

Entrada 19 de abril


EDUCALIGUE
Miércoles – Marcando la diferencia

El miércoles fue el típico día en el que me levanté con energía altísima gracias a los vídeos que estoy viendo en el gimnasio. Me motivan, me encienden, me hacen desear que llegue el miércoles para entrar en acción.

Pero una vez en el campo de batalla, fue uno de esos días en los que no consigues conectar con la vibra de las interacciones. Simplemente hice tres interacciones normales y me aproximé a cuatro grupos.

Divido el día en dos partes: antes de que llegase Leo y después.
Antes de que llegara, me aproximé a tres grupos e hice una interacción individual, pero nada reseñable. El fallo principal fue que, aunque veía que las chicas estaban receptivas, jugueteando con el pelo y riéndose, me faltó el valor para seguir hablando cuando no sabía qué decir. Tengo que practicar llegar al punto de proponer una cita instantánea, aunque sea a dos chicas a la vez.

Después de que llegara Leo, el clima empeoró y nos refugiamos en tiendas. Mi energía seguía sin estar al 100%, pero gracias al impulso de Leo, que me empujaba con frases como:

Leo: "Tío, tienes que ir, te ha mirado así"

…conseguí hacer dos interacciones más que por mí mismo no hubiera hecho.

Conclusión: todo suma. Como en el libro Hábitos Atómicos, no sumar a cero. Aunque sea un día flojo, si sumas algo, es una victoria. Todo cuenta.


Jueves -

Asiática pero demasiado distante

Caminaba por la misma zona donde la semana pasada conocí a la peruana. Ese lugar ya tenía algo de magia para mí, como si el aire allí fuera más ligero, como si algo interesante pudiera pasar en cualquier momento.

Entonces la vi.

Una chica asiática, delgada, vestida con una chaqueta llamativa y a punto de girar la esquina. Tenía una energía contenida, como si llevara prisa pero sin querer demostrarlo. Algo en su forma de andar me llamó la atención. Quizás era el contraste entre su calma externa y lo que yo imaginaba que llevaba por dentro, así que Me acerqué con decisión y le lancé el cumplido:

Yo: "Tenía que decirte que me encanta tu chaqueta. Transmites una vibra muy interesante."

Ella sonrió, pero de esa forma contenida que tienen algunas personas cuando no saben si estás siendo sincero o raro. Me dijo que era canadiense, de origen chino, y que trabajaba en programación. Había venido a Madrid por unos días y estaba matando el tiempo hasta que saliera su tren a Sevilla.

Ahí vi mi ventana.

Le propuse que fuéramos a dar una vuelta. Para mi sorpresa, aceptó, Pero no acepto de cualquier manera, sino que fue instantáneo, me explico: justamente le digo que está invitada a venirse al mirador del Palacio Real conmigo, y ella instantáneamente arrancó a andar a mi lado. Fue algo diferente que nunca me había pasado.

Entonces, caminamos hasta el mirador del Palacio Real. Desde ahí, con el cielo nublado y el aire algo frío, la ciudad parecía más melancólica que de costumbre. Como ella.

Durante todo el paseo intenté entrar en su mundo. Le lancé bromas, provocaciones suaves, intenté romper su muro con simpatía. Pero nada funcionaba del todo. Era fría, como si hubiera un cristal entre los dos. No rechazaba nada, pero tampoco ofrecía calor. Y sin embargo, cada vez que yo hacía silencio, ella me preguntaba cosas.

Eso me desconcertó.

No era desinterés total. Era otra cosa. Tal vez estaba midiendo cada paso, cada palabra. Tal vez era su manera de protegerse.

Al llegar a Callao, sentí que ya no tenía más que ofrecerle. Que si seguía forzando, me convertiría en alguien que no quiero ser.

Así que me paré, la miré con media sonrisa y le solté:

Yo: "La verdad es que me pareces bastante mona. Si te quedaras un poco más en España seguramente te pediría el número para tomar un café, pero como te vas hoy, no va a poder ser."

Ella me devolvió una sonrisa breve, quizás agradecida, quizás de cortesía. Nos dimos un abrazo frío, como de dos desconocidos que ya han compartido suficiente. Y cada uno siguió su camino.

Otra historia más para los libros.


"Ni yo en mis mejores tiempos"

Estaba en el Palacio Real, cerca de la fuente, disfrutando del ambiente tranquilo de la tarde, cuando la vi. Sentada sola en un banco, con un vestido rojo que contrastaba con el gris suave del cielo, parecía sacada de una escena de película. No hacía nada especial, solo estaba ahí, mirando hacia delante, como si esperara algo. O a alguien.

Y por un momento, pensé que ese alguien podía ser yo.

Me acerqué sin pensarlo demasiado, con esa mezcla de nervio y decisión que uno va aprendiendo a manejar con el tiempo. Le solté una frase que me salió sin filtro, pero con honestidad:

Yo: "Transmites una vibra muy positiva y te lo tenía que decir."

Ella me miró con una expresión neutra, ligeramente sorprendida. Me agradeció el cumplido y hablamos unos minutos. Le pregunté por su trabajo, por su día. Nada profundo. Ella respondía con educación, pero sin dar espacio para más. Como si la conversación tuviera un límite invisible que yo no podía cruzar.

Sentí que no iba a más. Que era una de esas veces en las que simplemente no hay chispa, por mucho que te guste lo que ves. Así que me despedí con una sonrisa y me alejé.

Y justo cuando ya estaba caminando hacia la sombra de los árboles, escucho una voz a mi lado:

Señor: "¡Joder, macho! ¡Ni yo en mis mejores tiempos!"

Me giro. Un hombre, con pinta de padre de familia, venía caminando con su mujer y sus hijos. Me lanzó una mirada cómplice, con admiración sincera.

Señor: "Te he visto, tío. Qué valor. Así se hace. Me has alegrado el día."

Nos reímos los dos. Le agradecí la buena onda y seguí mi camino con una sonrisa que no me esperaba.

No fue una cita. No fue una historia con final. Pero fue una escena que, por cómo ocurrió, se me quedó grabada.

Y a veces, con eso basta.

 


Programamos una cita y me da plantón

La fuente del Palacio Real siempre ha sido un buen lugar para cazar momentos. Es tranquila, con ese murmullo constante del agua y turistas que van y vienen sin darse cuenta del mundo real. Pero aquel día, algo en el ambiente era distinto. El cielo estaba cubierto por una capa delgada de nubes que filtraban la luz, dejando un tono grisáceo suave sobre todo el paisaje, como si el día estuviera en pausa.

Fue ahí donde la vi.
Sentada sola al borde de la fuente, con la espalda recta y un libro en las manos. Llevaba una maleta pequeña a su lado, apoyada como si fuera su único acompañante. Estaba tan metida en la lectura que parecía ajena a todo lo que la rodeaba, como si el murmullo del agua fuera parte de su banda sonora personal. Había algo elegante en ella. Tranquila. Cuidada. Atemporal.

Y claro, ahí entró mi mente con su ataque clásico:

"Tiene una maleta... va a pensar que le vas a robar."
"Está demasiado metida en su libro. La vas a molestar."
"No es el momento."

Esa vocecita que quiere protegerte de la incomodidad, pero que en realidad solo te aleja de vivir. Me tomé dos segundos. Respiré. La miré otra vez. Y decidí ignorarla.

Me acerqué despacio, sin rodeos, y le lancé mi abridor favorito. Un clásico que nunca falla cuando quiero romper el hielo con algo que genere conversación de verdad:

Yo: "Oye, duda rápida: ¿qué crees que es mejor para una primera cita? ¿Invitar a cenar o proponer un café y un paseo?"

Ella levantó la vista del libro, sorprendida. Una sonrisa se le dibujó en la cara al instante, como si algo fresco acabara de irrumpir en su día. Se le iluminó la expresión. Se rió. Me miró con un brillo curioso en los ojos.

Ella: "Qué pregunta más inesperada. Nadie me ha dicho eso nunca. Me encanta."

Eso ya me hizo saber que tenía terreno fértil.

La conversación fluyó. Me dijo que era francesa, que acababa de llegar a Madrid y que estaba matando el tiempo antes de poder ir a su alojamiento. Hablamos de viajes, de libros, de lo bonito que es no tener prisa a veces. Su forma de hablar era dulce, risueña, como si todo le pareciera una pequeña aventura.

Vi que estábamos en el momento justo y me animé a lanzar la propuesta:

Yo: "¿Y si ponemos a prueba lo que hemos hablado? Vente conmigo al mirador del Palacio Real. Está a dos pasos y te prometo que vale la pena."

Pero ahí me puso en posición.

Ella: "Es que justo acabo de venir de ahí... no me apetece volver."

Tuve que tragarme el impulso de frustración y reaccionar rápido. Reconduje, sin perder la sonrisa ni la buena onda. Volví a tirar del hilo de la conversación, solté alguna broma sobre lo de los planes turísticos de manual, y conseguimos retomar la vibra.

Entonces se me ocurrió otra:

Yo: "¿Y después de dejar la maleta? Podríamos vernos a las cinco y media. Café y paseo, como toca."

Ella se quedó pensativa un segundo, como si estuviera barajando opciones mentales. Luego asintió, aunque sin total convicción.

Ella: "Bueno... puede ser. Te escribo y te digo si me cuadra."

Me dio su número. Se despidió con una sonrisa bonita, y yo me fui con esa mezcla de duda y expectativa.

Para matar el tiempo y mantener la energía alta, me fui directo al Retiro. Pensé: “Si me contesta, bien. Y si no, estoy en el mejor sitio para seguir jugando.”

Y no me equivoqué.

Más tarde vino Borja y nos marcamos una tarde llena de interacciones buenísimas (ya verás las historias que salieron de ahí). Pero mientras hablábamos con otras chicas, yo iba revisando el móvil de reojo, esperando su mensaje.

Nunca llegó.

Ni respuesta. Ni excusa. Nada.
Se esfumó como si no hubiera existido. Y dolió un poco, porque había química. Había posibilidad. Pero no la cerré lo suficientemente fuerte. Me faltó ese último paso. Aprendizaje para la próxima.

Y aún así, fue un win-win. Porque moví energía, vencí excusas, y el día se acabó con victoria.


Americana risueña me da el número

Estaba en la zona de las escaleras del Retiro, justo en ese rato extraño entre citas que podrían pasar... o no. Había quedado en el aire si la chica de la maleta se presentaría más tarde, así que decidí quedarme por la zona, matar el tiempo y, ya de paso, mantenerme en movimiento.

Fue justo ahí cuando la vi.

Una chica bajando las escaleras, con paso tranquilo, como si no tuviera prisa por llegar a ningún sitio. Tenía una energía cálida, natural. Iba sonriendo sola, como si se acabara de acordar de algo gracioso. No era una sonrisa de pose. Era real. De esas que no se ensayan.

Me acerqué con buen ánimo, sin expectativas, solo por disfrutar el momento. Y desde el primer segundo, su reacción fue de libro.

Receptiva. Atenta. Risueña.

Me dijo que era del sur de Estados Unidos, cerca de Texas. Y lo noté enseguida. Ese acento suave, melódico, que hace que cualquier frase suene simpática. Además, estaba estudiando en Madrid durante tres meses y le encantaba la ciudad. Su español era bastante decente, aunque cada vez que se equivocaba, se disculpaba con una mezcla de vergüenza y dulzura que la hacía todavía más simpática.

Se cualificaba sin parar. Me decía que no solía hablar con desconocidos, que le parecía valiente lo que hacía, que ojalá más gente se atreviera a cosas así. Yo le lanzaba alguna pullita y ella se reía fuerte, sin filtros, como si le hubieran soltado una carcajada desde dentro.

Todo estaba fluyendo tan bien que solté una de esas preguntas que uso para medir la vibra final:

Yo: "Pregunta seria: ¿té o café?"

Ella: "Té. Siempre té."

Ahí me llevé la mano al pecho, fingiendo dolor.

Yo: "¡No! El té me parece agua con traumas. Pierdes puntos."

Se rió aún más.

Al final, me dio su número con total naturalidad. Me quedé unos minutos más con ella para consolidar bien la interacción, para que no fuera solo una colección de frases bien lanzadas, sino una conexión que tuviera algo de peso. Y luego nos despedimos con una energía de esas que te dejan con buenas sensaciones.

Fue, sin duda, la interacción más sólida del día. Y si hay una chica con la que esta semana realmente veo opciones reales de volver a quedar, es ella.
Pero ya se verá.


Mexicanas peligrosas intentan emborracharnos

Me encontré con Borja en la parte trasera del césped del Retiro, justo detrás de la zona de las escaleras. Era su primer día fuerte practicando conmigo en la calle, y se notaba con ganas. Tenía esa energía de quien todavía no tiene mil interacciones encima, pero sí la actitud perfecta: lanzado, sin miedo al fallo, dispuesto a liarla.

Desde lejos vimos a dos chicas sentadas sobre una manta, comiendo algo. Una tenía rasgos que parecían asiáticos y desde nuestra perspectiva, la amiga parecía bastante más rellenita. Dudamos.

Yo: “Desde aquí no se ve muy bien... no sé si merece la pena.”
Borja: “Da igual, tío. Vamos a practicar. Entro yo.”

Y sin más, Borja fue directo. Nada de rodeos, nada de análisis. Se acercó y soltó algo del estilo:

Borja: “Nos habéis llamado la atención desde allí y hemos venido a ver si sois tan divertidas como parecéis.”

Las chicas se rieron. Resulta que no eran asiáticas. Eran mexicanas. Y bastante majas.

Empezamos a hablar con ellas de forma muy natural. Conversación fluida, buen rollo. Al cabo de cinco minutos, yo saqué la toalla de la mochila y la extendí justo delante de ellas, sin preguntar. Era una forma de decir: “Nos vamos a quedar.”
Y lo mejor: no dijeron nada. Sonrieron. Seguimos hablando.

Eso fue una buena señal.

Nos contaron que eran abogadas. La guapa vivía en Madrid y la amiga estaba de visita. La guapa tenía ese aire de Paulina Rubio mezclado con voz un poco ronca, como de fiesta y tequila. La amiga era más tranquila, pero bastante sociable. Noté que me miraba mucho, que me sonreía. Había interés ahí, aunque no me llegaba físicamente. No era mi tipo.

La conversación se mantuvo en un tono divertido pero muy friendly. Todo eran risas, comentarios suaves, pero sin que la cosa se pusiera picante o juguetona. Nos faltó llevarlo a ese terreno. Una oportunidad para afilar más el filo.

En un momento dado, una de ellas sacó una botella de vino blanco que tenían guardada y nos ofrecieron. Solo acepté yo. Pero claro, no se puede beber en el Retiro sin riesgo de multa, así que me tocó esconder la botella en una bolsa y beber en plan vagabundo. Literal. Vigilando que no pasara la poli, mientras las chicas reían.

En medio de toda la interacción, la guapa dejó caer como quien no quiere la cosa:

Ella: “Bueno, es que yo tengo novio.”

Borja se quedó frío. Claramente estaba por ella. Pero aguantó el tipo como un señor.

Al final, tras más de media hora de conversación, Borja le pidió el Instagram a la guapa. Ella le dijo que sí, se lo dio, pero luego vimos que no lo había seguido de vuelta. Le hizo un fake follow, como para no cortar el rollo en directo.

Justo cuando ya nos íbamos, la guapa me miró como diciendo “¿Y tú no me vas a pedir el tuyo?”
Pero no llegaba a mi mínimo físico. No me generaba deseo. Y aunque era simpática, para mí no era suficiente.

Borja terminó el día encantado. Y con razón. Aunque no hubo cita instantánea real, estuvo en la arena, lo dio todo y tiene un potencial brutal. Lleva solo 50 interacciones y ya va lanzado. Si sigue así, va a convertirse en un crack.

Antes de irnos, la conversación con las mexicanas dio un giro curioso. Estábamos hablando de diferencias culturales y surgió el tema del sexo. Una de ellas comentó que en México, muchas chicas son bastante católicas, y que eso influye mucho en cómo viven su sexualidad.

Ella: “Es que en México, si una chica tiene sexo con alguien que no es su novio —y ni hablar si es un desconocido— la familia la crucifica.”

Nos explicaron que muchas mexicanas que viven allí tienen que llevar su vida íntima casi en secreto. Y que si llega a saberse que se acostaron con un chico con el que ni siquiera tienen una relación formal, el juicio social es brutal. Más aún si es alguien que conocieron de forma improvisada, como un turista o un motorista recién llegado.

Y la verdad, me cuadró.
Los que sois veteranos del blog quizás recordéis aquella interacción mítica con otra mexicana. Todo ocurrió en un solo día. Fuimos al coche, nos liamos fuerte, hubo sexo oral… pero ella no quiso llegar a más. Me dijo que era virgen. En su momento no sabía si creérmelo o si era una excusa. Pero ahora, con lo que estas dos chicas contaban, todo encaja más.

Así que simplemente lo dejo aquí como curiosidad. Porque no todo es química o logística: también hay un mundo cultural detrás que, a veces, pesa más de lo que pensamos.


Venezolanas receptivas, pero con pareja

Después de la interacción con las mexicanas, estábamos en racha. La energía fluía, estábamos sueltos, conectados con el entorno y sin darle demasiadas vueltas a nada. Cuando entras así, con viento a favor, las decisiones se vuelven automáticas.

Vimos a dos chicas tumbadas en el césped, algo más alejadas de donde habíamos estado antes. Desde donde estábamos, se notaban latinas, pero no sabíamos de dónde exactamente. Lo que sí sabíamos es que esta vez me tocaba a mí abrir.

Sin pensar demasiado, caminé hacia ellas con paso firme y les solté mi clásico:

Yo: "Pregunta rápida: ¿qué es mejor para una primera cita, una cena o un café con paseo para entrar en calor?"

Ambas rieron y se incorporaron un poco. La vibra fue buena desde el inicio. Receptivas, simpáticas, con ganas de charla.

Nos sentamos y empezamos a hablar con ellas. Mi colega Borja también tiró de conversación, y justo ahí, una de las dos —la que parecía más tímida— soltó en voz baja, como si quisiera que solo la oyera su amiga:

Ella: "No, pero es que nosotras tenemos..."

No terminó la frase. No hacía falta. El subtexto estaba claro: tenían pareja. Pero estaban tan metidas en la conversación, tan sorprendidas (y encantadas) de que dos chicos guapos se hubieran acercado, que lo dejaron pasar. No lo cortaron.

Seguimos hablando un rato largo. Había buen rollo. Les tiré alguna broma porque estaban comiendo McDonald’s ahí tiradas en el césped, y se lo tomaron con humor. Pero en cuanto la conversación empezó a subir un poco de tono, cuando la vibra flirteante se volvió más evidente, ellas se miraron y una soltó:

Ella: "¿Pero estáis coqueteando con nosotras?"

Yo: "Depende. ¿Queréis que lo hagamos?" (broma ligera)

Ahí se sinceraron. Dijeron que no estaban buscando nada, que simplemente estaban relajadas comiendo y que tenían pareja. Que todo bien, pero que no querían seguir con ese juego.

Y bueno, ¿qué haces en ese momento? Nada. Aceptar y sonreír. Les deseamos buen provecho, nos levantamos y seguimos camino.

Pero me quedé con esa sensación de “qué pena”. Porque una de ellas —la que soltó lo del novio al principio— me pareció preciosa. De esas bellezas que te hacen clic. Morena, ojos vivos, facciones fuertes. Me enteré de que tenía solo 18 años, pero su madurez me sorprendió.

Es lo que pasa con muchas venezolanas: tienen calle. Se nota. No era como hablar con una chica de 18 años de España con mentalidad de instituto. Estas dos chicas estaban estudiando, hablaban con criterio, sabían estar.

Me habría encantado ver hasta dónde podía llegar esa interacción si no hubieran tenido pareja. Pero así es esto. A veces te llevas el número. Otras, una historia. Y en este caso, me quedo con la conversación, el juego sutil... y la lección.


Póker

Seguimos dándole fuerte al volumen de manos. Esta semana ha sido bastante productiva, no solo por la mesa, sino también porque he seguido avanzando con mi curso de póker, que pronto verá la luz. Va cogiendo forma y me ilusiona bastante poder compartirlo.

Y ya aviso: la semana que viene me voy de vacaciones. Me he cogido justo la semana después de Semana Santa. ¿Por qué? Porque durante los días festivos estuve dándole al juego como un loco. ¿La razón? Muy sencilla: cuando la mayoría descansa, nosotros jugamos.
Me gusta pensar que los jugadores de póker somos como un bar: abrimos cuando sabemos que va a venir gente. Semana Santa es tráfico, es movimiento, es acción. Así que ahí estuve yo, con la persiana levantada.

Ahora, que todo el mundo vuelve al trabajo… yo me voy.
Así es la vida que me gusta.
Diferente. A mi manera.


Horas trabajadas la semana pasada

Reflexión final

Todavía no sé si la semana que viene haré entrada en el blog.
Puede que sí, puede que no.

La verdad es que, con las vacaciones por delante y la cantidad de interacciones que seguramente saldrán, es muy probable que la semana que viene haya una actualización especial sobre Deligar. Pero no prometo nada. Ya veré cómo va la cosa.

Lo único claro es que historias no van a faltar.
Y si no es la semana que viene, será la siguiente.
Lo importante es que esto no para.

 

 

 

29/04/2025 19:23
Diamonds …
Cash Project
Nivel 32
167 mensajes

Entrada 29 de abril. Semana libre de poker


Esta entrada del blog va a estar dividida en varias partes, ya que la semana de vacaciones me la he tirado saliendo todos los días. Y como podéis imaginar, han salido bastantes historias curiosas.

Entonces, para no hacer esta entrada infinita y para que la podáis disfrutar mejor, hemos decidido dividirla en varias partes.

Evidentemente, solo hablaremos de la parte de las interacciones, ya que esta semana no ha habido nada de póker.


Lunes - Peruana peligrosa, y esta vez de verdad

Esta historia se dio gracias a la ley de la inercia.

Venía de una cita instantánea reciente, con la energía por las nubes, completamente activado. De hecho, no solo venía de eso, sino que justo antes me había aproximado a un grupo de tres españolas para soltarles mi abridor clásico: “¿Qué preferís para una primera cita, cena o café?”

Iba con ritmo. Activo. En foco. Sin duda. Y entonces la vi.

Una chica latina, caminando como un poco perdida, justo enfrente del Hotel Riu, en ese punto en el que la ciudad parece que se para un momento. Me giro y, tras pensarlo brevemente, la inercia hace su magia y me lanzo.

Me acerco por su costado y le digo:
"Oye, que sepas que vas andando con una energía como si te diese todo igual."

Ella me responde, entre risas:
"Sí, puede ser. Más o menos, soy un poco así."

Así que le lanzo una segunda frase, para entrar más al fondo:
"Vale, pero... ¿qué estabas haciendo aquí, andando así, un poco perdida?"

Y ahí vino la magia. Ella me cuenta que se ha quedado sin planes, que sus amigos le han dado plantón y está simplemente matando el tiempo por el centro.

Mi respuesta fue inmediata, sin pensar:
"Ah, o sea que... Dios me ha mandado para que te alegre el día."
"Pues que sepas que no te va a funcionar, porque todavía no te conozco y no sé si eres peligrosa."
Y entonces le suelto, entre risas:

Yo: "Vale, pero si vamos a irnos a la aventura juntos, me tienes que prometer que no eres tú la peligrosa."

Ella: "No, no. Para nada."
(Con una risa que decía más que mil palabras.)

Así que le digo con todo el morro del mundo:

Yo: "Vale, pues vamos hacia Sol. Ahí va a comenzar nuestra aventura."

Y aquí hago un pequeño paréntesis, porque me estoy empezando a dar cuenta de cuándo tengo luz verde de verdad.
Cuando todo fluye, cuando no hay resistencias, cuando puedes proponer cosas sin que suene forzado.

Todavía falta camino, sí. Pero me encanta notar el progreso.
De verdad me recordó a esos cracks de los vídeos que con 3 minutos de charla ya se llevan a la chica de cita instantánea.

Sensación brutal.

Así que vamos juntos hacia Sol.
Y le digo que nuestra primera parada va a ser tranquilita: que antes de hacer algo más loco, simplemente vamos a tomar un café y yo voy a corroborar que no es peligrosa.

De camino, empiezo a descubrir más de ella:
la chica era peruana, muy bajita, de energía rápida pero no agresiva.

Y no os voy a mentir, las chicas así suelen ser malas noticias.
Llena de red flags, pero divertida. Tiene buen fondo, sí, pero su visión del mundo no va nada con la mía.

Paramos en Rodilla y le propongo lo clásico de estos días:
café para llevar.

(Me he cansado de gastarme 10€ en dos cafés. Ahora, como buen jugador de póker que soy, opto por optimizar recursos. Rodilla: 4€, buena vibra, mismo resultado.)

De ahí, nos vamos caminando hacia el Palacio Real con el café en mano.
La noche ya había caído, y la atmósfera empezaba a ser íntima.

Ella me cuenta que es bailarina, lo cual me sorprende porque, siendo tan bajita, no lo habría dicho. Y también que es creadora de contenido, algo que ya empieza a sonar bastante común, pero que me viene como anillo al dedo.

Le digo que igual que ella ha aparecido en mi vida para ayudarme con el curso de póker que estoy a punto de lanzar, yo he aparecido en la suya para alegrarle la noche.

Aunque, eso sí, le pido que me prohíba hablar de póker esta semana. Estoy de vacaciones.

Ese detalle me permite jugar con la narrativa del destino, que es algo que —como ya sabéis— a las chicas les flipa.

Ya con los cafés, nos sentamos en una zona tranquila del Palacio Real.
Esa zona que por la noche respira calma,
donde el silencio te envuelve
y parece que el tiempo va más lento.

Nos sentamos frente a frente, y empiezo a testear el contacto físico, despacio, calibrando:

Le acomodo el pelo sobre el hombro,
le toco la nariz,
le toco la barbilla…

Ella no se retira. No avanza, pero no se retira.
Está en modo observación-receptiva.

Y mientras hablábamos, ella se fue abriendo un poco.
Me contó historias raras sobre chicos con los que ha salido.
Tipos que querían algo esporádico y ella no.
Tipos con los que discutía por cosas absurdas:
“Una vez dejé de hablar con un chico porque me dijo que la comida francesa era mejor que la española.”

(Y sí, chicos así existen… pero como siempre digo:
de lo que te cuenta una chica, créete la mitad, y de esa mitad… la mitad.)

Mi lectura en ese momento fue clara:
me estaba mandando señales de luz roja para escalar más allá.
No porque no estuviera cómoda,
sino porque probablemente no quería que todo fuera tan rápido.

Y eso, también está bien.
Calibrar es clave.

Como la conversación empezaba a bajar un pelín en energía,
decido reactivarla con algo nuevo.

Le pregunto si conoce el Enneagrama,
esa herramienta de autoconocimiento que tanto me gusta.

Para mi suerte, tenía el libro en la mochila.

Le propongo un juego:
"Te voy a leer solo la primera página para que descubras algunos rasgos de mi personalidad."

Ella acepta, sonriente.

Le paso el libro y le pido que lea ella algunas líneas,
pero aquí se me revela algo que ya he visto otras veces:
cuando la chica no es muy lectora o intelectual,
mejor no pedirle que lea nada.

(Ya me pasó con Erian, la venezolana con la que subí a casa varias veces.
Y con esta peruana, igual.)

Así que corrijo al momento:
cojo el libro suavemente y leo yo mismo algunos fragmentos,
pero sin terminar la página entera.
Vi que la vibra no estaba yendo por ahí.

Cambiamos de ritmo.

Viendo que aún había chispa, pero que necesitaba mantener el ritmo,
le propongo seguir la aventura.

Yo: "Ven, vamos a nuestra siguiente parada."

Y es que, chavales, cuando pones a una chica en modo aventura,
todo cambia.
Su mente entra en otro estado, en uno donde todo fluye.
Como una ballena en el póker que te paga todos los barrels cuando le pinchas el As.

Caminamos hasta el mirador del Palacio Real…
pero estaba cerrado.

Una pena.

Aun así, otro momento íntimo compartido, casi sin nadie alrededor, con la catedral iluminada a un lado.
Muy de película.

Me estaba meando, y al parecer ella también,
así que bajamos juntos al baño.

Aproveché la situación para lanzar alguna broma sexual ligera:
"Parece que vamos a hacer algo prohibido aquí abajo..."

Y al subir, con tono juguetón, le dije:

Yo: "Esa señora de ahí nos ha mirado raro. Seguro que piensa que hemos bajado a follar."

Ella no se lo tomó muy bien, la verdad.

Ahí fue clave saber calibrar, recordar lo que me había contado antes: que no era de lanzarse tan rápido.
Y me vino muy bien estar atento a esas señales.

Seguimos andando hacia Sol.
Y para mantener esa energía viva, le propuse un trato a futuro:

Yo: "Tú me tienes que prometer que me vas a enseñar a bailar."
(Yo, el tronco español. Ella, la bailarina latina.)

Y yo te voy a enseñar a jugar al Billar.
(Un juego que me flipa.)

Proyección a futuro. Buen marco.

Llegamos a Sol, buscamos algunos bares latinos pero estaban cerrados —era lunes después de Semana Santa— y yo ya iba justo de energía.

Así que improvisé:

Nos sentamos en una piedra de Sol y le propuse hacerle un test.
Un clásico mío para ver si hay conexión real.

Le pregunté:

Yo: "Del 1 al 10, ¿cuánta conexión crees que tenemos?"

Ella: "Un 6."

Buen número. Positivo.

Entonces, saco las cartas y le hago mi truco de los 4 ases.
Ella se sorprende, flipa un poco.
Pero enseguida se pone modo lógico, intenta adivinar cómo lo hice.

Eso me hizo ver que no estaba 100% en mi marco.
(Lo ideal habría sido que se dejase llevar, se riera, lo disfrutara… y ya.)

Como la cosa no era para escalar ni besar,
decido cerrar la interacción de forma distinta:

Yo: "Esto continuará otro día."

Ella me dice que se va hacia Callao, y decido acompañarla hasta el metro.

Y justo cuando estamos llegando a Callao, me acuerdo de que no me había dado su número.
Justo empieza a llover y, aprovechando que pasábamos por debajo de un tejado, le digo:

Yo: "¿Tienes WhatsApp?"
Ella: "Sí."

Intercambiamos números.

Para mantener la conversación, le pregunto qué va a hacer esa noche.

Me responde que nada, que se ha cancelado todo.
Y yo le digo que me encanta su vibra, que es una chica que me transmite paz.

Y en ese momento lo pienso:
No es que ellas me transmitan paz. Soy yo el que vive en paz.
Solo que les atribuyo eso porque estoy proyectando lo que tengo dentro.
(Y eso también me pasó con otra chica. Reflexión importante.)

Cuando llegamos al metro, le propongo hacernos una foto juntos.
Ella acepta.

Hacemos tres fotos.

(Me las guardo como as en la manga por si algún día me deja en visto: las fotos valen oro.)

Nos damos dos besos, nos despedimos,
y como digo siempre…

Otra más para los libros.
 

Martes - Argentina de 9,5 pero indomable

El martes fue un día raro, pero con magia.
Y es que, en la primerísima interacción del día, di de lleno en la tecla.

Nada más salir de la estación de Sol, la vi. Una chica con una energía que saltaba al radar desde lejos. Algo en su forma de andar, su mochila, su postura... todo me decía que había que entrarle.

Mi mente, como siempre, intentó sabotearme.
Lanzándome excusas: “Seguro que no está en EDA, no va a fluir, no va a querer.”
Pero no le hice caso.

La chica empieza a subir por la calle Montera y mientras la sigo con la vista, abro ChatGPT para buscar un abridor que encaje con su estética, con ese rollo mochilero que parecía llevar encima.

Entonces, con una sonrisa tranquila, camino hacia ella y le suelto:

Yo: "Tienes pinta de que no puedes estar quieta en un sitio más de tres días. ¿Estoy en lo cierto?"

Ella sonríe y me responde con acento argentino:
"¡Pero vos no tenés vergüenza, ¿no?!"

Y ahí supe que había acertado de pleno. Que esta interacción tenía potencial real.
La chica era de Córdoba, Argentina, y sin exagerar, estaba entre el 9 y el 10. Pero no solo por su físico —que era espectacular— sino por su presencia. Transmitía ese rollo cabraloca al 100%. Literalmente el tipo de chica que no puede parar de viajar, de moverse, de buscar experiencias. Un culo inquieto de manual.

Desde los primeros minutos la cosa fluyó. Tanto que le hice cambiar su plan del día, el cual ya tenía anotado en su móvil en formato de lista. Le dije que le iba a enseñar el Palacio Real. Ella dudó un poco al principio, pero aceptó.

Aquí tengo que confesar que no lo jugué del todo bien.
Tendría que haber usado una frase como: “Si me caes bien, te enseño uno de mis lugares favoritos de Madrid”, para darle ese valor, ese marco de exclusividad. Pero bueno, se vino igual.

De camino al Palacio Real, la conversación fue muy fluida. Ella me hacía muchas preguntas personales: si tenía hermanos, a qué se dedicaban mis padres, cómo era mi vida. Y aunque en ese momento me parecían señales muy positivas, yo no terminaba de ver la ventana clara para escalar. Aun así, el contacto físico lo fui metiendo de manera progresiva: le tocaba el hombro, la empujaba un poco en broma... Últimamente eso me está funcionando muy bien. Las chicas no se apartan, ni se incomodan. Me fijo más, y sé que proyecto una energía que da confianza.

Cuando llegamos al Palacio Real, había un evento de los finalistas del Premio Cervantes y estaba lleno de cámaras de televisión. Justamente por eso, mi mirador favorito estaba vallado, y no podía llevarla directamente. Aun así, improvisamos, bordeamos la zona, y al final conseguimos entrar.

Nos sentamos, nos hicimos una foto juntos y, después, decidí enseñarle también el Palacio de la Ópera. Todo apuntaba a que la iba a llevar al Retiro, pero ahí vinieron dos problemas.

El primero, que ella ya había estado el día anterior.
Y el segundo, que tenía que irse a encontrar con su “compañera de piso”.

Sí, la típica excusa vaga que suena más a chico con el que ha quedado que a amiga de habitación. Pero bueno, no podía corroborarlo.

Mientras esperábamos a su “compañero”, nos sentamos en un banco. Y ahí pasó algo curioso: probé el mate argentino por primera vez. Ella sacó su propio mate, me sirvió uno sin azúcar (que según ella es como debe tomarse) y me invitó.

Le pongo un 5,5 sobre 10.
El sabor es fuerte, amargo, muy de costumbre, pero engancha.
Una sensación extraña, pero auténtica.

Mientras tomábamos el mate, seguimos charlando. Y fue ahí donde pude corroborar aún más su personalidad de cabra loca. Hablábamos de sus pasiones: le gustaba el motocross, entrenar fuerte en el gimnasio, meditar… Un cóctel de energía y espiritualidad que no ves todos los días.

Además, me contó que se había independizado a los 17 años, a pesar de venir de una familia acomodada. Según ella, sus padres le ayudaban pagándole el piso, pero todo lo demás —vivir, estudiar, viajar— lo gestionaba por su cuenta.

(Evidentemente, ya sabéis la regla: de lo que te cuenta una chica, créete la mitad, y de esa mitad... la mitad. Pero a esta le vamos a dar el voto de confianza.)

Al poco rato llegó su compañero, al que apodaban "Giri" porque —según ella— no parecía argentino. Para mí sí que tenía pinta, pero bueno. El chico era bastante majo, aunque se le notaba un poco esa personalidad de "niño" a pesar de tener 24 años. Aun así, buena gente.
Evidentemente ahí se apagó un poco la vibra de 1 a 1, ya que este chaval me figuro que tenían algún tipo de relación...

El plan fue coger su coche —un Seat bastante decente, lo cual también me cuadraba con la imagen de que venían de familias con dinero— e ir juntos al Retiro.
Allí me invitaron a un helado (cosa que siempre suma puntos) y descubrí algo más sobre ellos: trabajaban en la Champions de las Hamburguesas, esa feria itinerante donde compiten por hacer las mejores hamburguesas.

Me flipó su estilo de vida: gente nómada, feriante, viajera, viviendo experiencias de ciudad en ciudad.
No es común encontrarte con gente así.

Después de charlar un rato, jugamos al truco argentino, un juego de cartas parecido al mus, pero con sus peculiaridades. Me ganó, no voy a mentir.
La tía era buena.

Al terminar, me dijeron que iban a estar en Madrid durante tres semanas más, en Las Rozas, en la feria de la Champions. Me invitaron a pasarme por allí, a visitarlos, a seguir compartiendo aventuras.

Así que ya veremos si vuelvo a cruzarme con ellos.

Pero como siempre digo, y cada vez con más cariño:

Otra más para los libros.

Como os he dicho al principio, abrocharos los cinturones porque esto es solo el principio de la semana libre... Estad atentos al blog, y hacedme saber por abajo qué os parecen estas historias y cómo voy desarrollando mis habilidades de Aven

01/05/2025 10:21
AAKK_full86
Cash Project
Nivel 37
3.335 mensajes
24 premiados

Buenas,

Que tal va el EV de las interacciones? Hace falta culminar mas a menudo. 

 

 

La verdad que me gusta leer las historias que cuentas, aunque me sigue pareciendo un tanto creepy. Supuestamente, o así lo entiendo yo, esto es para quitarse la vergüenza, coger soltura, etc, pero al final sigues utilizando abridores similares o incluso utilizando IA. De todas formas, sigo pensando que la skin debe de ser muy importante. No me imagino a Ignatius consiguiendo las mismas interacciones, aunque utilizase las mismas técnicas. Otro factor que me parece bastante determinante es que es gente que está de paso y puede que sea mas abierta para este tipo de situaciones porque a mi me ha pasado salir de fiesta/fallas y conocer gente de fuera y al final se han unido al plan todo el dia/noche. 

Eso si, es algo diferente y entretenido, así que sigue así.

Un saludo

02/05/2025 17:49
Diamonds …
Cash Project
Nivel 32
167 mensajes

Entrada 2 de mayo 


EDUCALIGUE - seguimos con las anéctodas de mi semana libre

Tomando cervezas con mi primer diez

Estaba con Borja y Leo caminando por la zona del Palacio Real, en uno de esos momentos en los que la ciudad parece hecha para nosotros. De repente, se cruza una tía de esas que hacen girar cuellos. Una de esas que, sin querer, imponen. No sé si mis amigos la vieron o no, pero a mí me pitó el radar al instante.

Y como tenía la energía por las nubes —venía de una interacción muy buena con una chica alemana de 31 años en el césped de Plaza España— no me lo pensé.

Solté una frase rápida:
"¿Ninguno de los dos la va a abrir?"
Y sin esperar respuesta, me giré y fui directo hacia ella.

Le solté mi abridor clásico:
"Te he visto y transmites una vibra muy calmada, como si fueras de esas personas que disfrutan de las cosas pequeñas de la vida."

Me respondió en inglés. Y me dijo que no hablaba español. Así que repetí el abridor en inglés, sin problema.

Y ahí vino la primera anécdota graciosa.
Mientras hablábamos, me suelta en inglés:
"I'm pissed."

Y claro, en inglés británico eso significa que va borracha.
Así que le digo, medio en broma:
"¿En serio? ¿Vas borracha? Ah, vale, ya veo el tipo de chica que eres..."

Ella se empieza a reír a carcajadas.
Porque lo que en realidad ella quería decir era pissed off, es decir, que estaba enfadada. No borracha.

Y ahí es donde meto mi frase mágica:

"Ah, entonces por eso me ha mandado Dios, para alegrarte el día."

No falla.
Es una frase que consigue dos cosas:

  1. Le sacas una sonrisa inmediata.
  2. Implícitamente estás proponiendo una cita.

Como no hubo objeción, y vi luz verde clara, le propuse irnos a Plaza España, a dar una vuelta.
Ella aceptó sin dudar, y nos pusimos a andar.

Ya tenía cita instantánea con mi primer 10.

Fuimos primero a Plaza España y de ahí subimos caminando hacia Gran Vía. En medio del paseo, ella me dice que no quiere un sitio turístico, que quiere algo más típico español. Entonces le digo que le voy a llevar a uno de mis favoritos: la azotea del Corte Inglés de Callao.

Cuando llegamos, pedimos una cerveza cada uno. Cometí un pequeño error al sentarme a su lado en lugar de enfrente, ya que había tres sillas. Pero lo solucioné rápido: con la excusa de querer hacer una foto a las vistas, me cambié de asiento y me puse enfrente, para poder tener una conversación con más conexión visual.

Durante la charla, nos reímos mucho.
Ella seguía flipando con lo de “ir borracha” a las 5 de la tarde por Madrid, y yo le decía que ya tenía mi propia historia con ella. Incluso llegamos a jugar al juego de las preguntas con el pulso chino de manos, metiendo algo de contacto físico de forma natural.

La chica tenía algo especial. Una energía intensa pero contenida.
Y a pesar de que no miraba directamente todo el rato, sí que sostenía la mirada de vez en cuando, miraba las vistas, y había momentos de silencio cómodos.
Eso también es conexión.

El momento entre tenso y divertido de la tarde vino cuando le lancé una pregunta directa:
“¿Cuál es la parte de tu cuerpo que más te gusta?”

Y sin dudar, me dice:
“My boobs.”

Así, tal cual. Pero lo más curioso es que no lo dijo en tono sexual, sino como si simplemente estuviera describiendo algo evidente. Yo, sin dejar de jugar, le respondí:
“Vale, estamos de acuerdo en que tienes buenas tetas, pero no pensaba que fueras tan superficial... así que dime otra parte.”

Entonces me dijo que sus ojos.
Y ahí sí que flipé. Digo, ¿ni una mención a su personalidad? Pero bueno, seguí con la charla, que estaba fluida.

La conversación luego se desvió hacia otro tema bastante loco: tener sexo en baños públicos.
No entre nosotros, sino como anécdota general. Ella me confesó que había tenido una vida bastante aburrida, aunque sonaba más a falsa humildad que a realidad.
Pero como iréis viendo, esta chica no estaba buscando nada concreto conmigo.

La sensación que me dio es que sabía que estaba buena y llevaba tiempo intentando demostrar que no era solo eso. De hecho, cuando le dije en tono de broma que no podría ser jugadora de póker, me contestó con algo de molestia: 
"¿Por qué? ¿Porque soy tonta?"

Ahí me di cuenta: tenía clavada la espinita de que la juzgaran solo por su físico.
Y ahí viene una reflexión potente:
con chicas que están en el rango del 9 o del 10, no hay que validarlas por lo guapas que son, sino por su inteligencia, por su mundo interior.
Grave error mío. Pero me encanta que cada historia sea también una lección.

Después intenté reavivar un poco la tensión, y le pregunté:
"¿Por qué me estás mirando así?"
Queriendo sugerir que había algo sexual en su mirada.

Su respuesta fue totalmente inesperada:
"Es que pareces muy joven. Muy inocente."

Y ahí lo entendí:
yo, en mi cabeza, estaba proyectando una tensión que ella no estaba sintiendo.
O al menos no de esa forma.

Cuando le pedí el WhatsApp, no me lo dio.
Ni siquiera me lo rechazó directamente.
Simplemente dijo:
"Sí, tengo WhatsApp."
Y ya.

No insistí.
Le dije que acabara su bebida y cuando lo hizo, me levanté con ella, la acompañé al baño como un caballero, y al salir nos despedimos con un abrazo.

No busqué reactivar ni estirar más de la cuenta.
Mi ego estaba tranquilo.

Otra más para los libros.
 

La peruana Runner

Era sábado y estábamos en formación completa: Borja, Jonny y yo, el trío calavera. Para los que no estéis familiarizados con el mundillo, las “alas” son esos compañeros con los que sales a hacer interacciones, y ese día éramos tres tíos con hambre de historias.

Paseábamos por el Retiro, zona ya clásica para nosotros, cuando de repente vi a una chica sentada sola en un banco. Tenía ropa deportiva, el rostro hacia abajo, estaba claramente recuperándose de una buena sesión de running. El tipo de chica que no llama la atención a primera vista, pero que transmite una energía que me dice: “Aquí hay historia.”

No era una bomba. Estaríamos hablando de un 6,5 raspado. Pero no sé, algo me hizo pararme. Me acerqué con esa energía directa que estoy trabajando últimamente, sin filtros ni frases rebuscadas, y le solté:

Yo:
"Oye, te he visto aquí sentada en el banco y me has parecido súper mona. Tenía que decirte algo." Como ya os podéis imaginar, con chicas entre el 5 y el 7, el simple hecho de que te acerques les vuela la cabeza. Tu valor se dispara automáticamente y solo tienes que hacer una cosa: llenar el vaso del confort.

Así que me senté a su lado y empezamos a hablar de forma tranquila. Fue una conversación de esas que en inglés llaman small talk. Nada especialmente profundo, pero agradable.
De lo que me dijo que se dedicaba… ni me acuerdo, para ser sincero. Pero la vibra estaba ahí. Y eso era lo que importaba.

Lo interesante fue lo que pasó al cabo de unos minutos. La chica me cuenta que está esperando a su amiga. Y justo en ese momento, la amiga aparece.
Yo, lejos de tensarme o ponerme incómodo como me habría pasado antes, me mantuve tranquilo y con buena energía.

Cuando su amiga se acercó, ocurrió algo interesante: mi chica me miró y me preguntó si quería conocerla, como pidiéndome permiso para presentarla.
Le dije que sí, claro.

Se levantó, le dio dos besos a su amiga, y luego me presentó con total naturalidad. Yo le di dos besos también, y lo más importante es que ya no sentí ninguna incomodidad.
Antes, cuando venía una amiga en medio de una interacción, me entraba la típica vergüenza y la vibra se me caía. Pero ahora no. Ahora juego también con las amigas.

Y así fue.
Empecé a interactuar con las dos sin problema.

La amiga me preguntó qué hacía por ahí y le solté la verdad:
“Iba con dos amigos, pero te he visto ahí sentada y me ha llamado mucho la atención, así que he cambiado mi ruta.”

La reacción fue buena.
Y lo mejor fue que mi chica me dijo que podíamos ir a buscar a mis amigos, porque ella y su amiga iban justo en esa dirección.

Empezamos a caminar los tres en dirección a donde estaban mis amigos. La conversación fluía, todo era ligero, buen rollo. A medida que nos acercábamos, notaba cómo mis amigos estaban flipando en silencio, con esas caras de sorpresa que dicen: “¿Pero cómo has hecho esto?”

Cuando los alcanzamos, los presenté a todos.
Las chicas dieron dos besos a Borja y a Jonny, y yo aproveché el momento para cerrar.

Me puse al lado de mi objetivo y le dije:

“Oye, ¿tienes WhatsApp? Me gustaría seguir esta conversación otro día.”

Ella, sin pensarlo, me dijo que sí.
Nos pasamos el número, nos dimos dos besos y se marcharon.

Lo gracioso fue la reacción de mis amigos cuando se fueron.
Uno de ellos me soltó:

“Tío, ¿cómo cojones has hecho eso?”

Y no porque la chica fuera de revista.
Sino porque había sido todo tan fluido, tan natural, que parecía una coreografía.
Y esas pequeñas victorias, esas que no gritan pero se sienten,
son las que te confirman que el juego está cada vez más afinado.

Otra más para los libros.


Tengo un don para las mexicanas


Seguíamos por el Retiro, los tres de siempre: Borja, Jonny y yo, caminando entre los árboles, con el radar encendido. De pronto, como sacada de un videoclip, aparece una chica que hace girar cabezas con su manera de vestir. No sé si mis compañeros la vieron, pero a mí me pitó el radar al instante.

Sin pensarlo, sin decirles nada, me giré y me puse a seguirla discretamente unos metros hasta que entró en una zona más despejada, sin tanta gente alrededor. La logística era perfecta para que estuviera cómoda, así que aproveché el momento y entré con un abridor directo:

Yo:
"Estaba andando con mis amigos, pero te he visto con esa forma de vestir y he pensado que tenía que decirte algo."

Ella reaccionó súper positiva, soltando un:
“¡Ay, gracias!”
Y lo siguiente que hizo fue hacerme una pregunta:
“¿Y tú eres de aquí?”

Cuando una chica te responde con una pregunta propia al momento de entrarle, eso es una luz verde clarísima. Una señal de que la interacción va fluida desde el segundo uno.

Así que seguimos con algo de small talk. Ella estaba receptiva, relajada, muy en su centro. Y como la vi en ese estado de seguir lo que le propusieras, le pregunté:

Yo:
"¿Y tú qué ibas a hacer por aquí hoy? ¿Cuál era tu plan?"

Ella me respondió que iba a irse a casa y luego al fútbol con unas amigas.

Así que sin dudar, le lanzo el gancho:

Yo:
"Pues te voy a cambiar los planes. Te voy a secuestrar. Nos vamos a tomar un café tú y yo."

Y como ya os adelanté, ella estaba en modo seguir, así que ni lo dudó.
Hice un gesto con el cuerpo como quien empieza a andar, y ella se puso a mi lado sin pensárselo. Ya tenía la cita en marcha.

Mientras caminábamos, iba improvisando a dónde llevarla.
Por su forma de vestir y su actitud, me daba la sensación de que era una chica con cierto poder adquisitivo, con mundo. Me contó que trabajaba como diseñadora gráfica, lo cual confirmaba un poco esa impresión.

Mi primera idea era llevarla a Rodilla, mi clásico café barato y funcional. Pero la calle Alcalá estaba cortada, así que no nos quedó otra que bajar andando hasta Sol.
Y como la chica caminaba rápido, yo aproveché para soltarle:

"Se nota que tienes buen tren inferior. Vas a buen ritmo, eso me gusta. Podremos tener buenas aventuras."

Una frase que funcionó muy bien.

Cuando llegamos a Sol, se me iluminó la bombilla:
en vez de tomar el café en un local, decidí que íbamos a tomarlo paseando.

Le dije:
"Oye, me lo estoy pasando tan bien caminando contigo, que mejor pillamos el café para llevar y vamos al Palacio Real."

Ella aceptó encantada.
Le invité un café con hielo, lo cogimos para llevar, y seguimos caminando.
Durante el paseo, la vibra seguía altísima. Ella con energía, sonrisa constante, y buen rollo en cada paso. Me contaba cosas personales, me preguntaba por mi familia, por mi hermana... una chica que quería conectar de verdad.

Llegamos al mirador del Palacio Real, y justo cuando ya pensaba que la escena estaba completa, ocurrió algo inesperado y perfecto:
en Plaza España había un show en directo de esas torres humanas que hacen en Pamplona.
Nos quedamos a verlo y fue otro momento compartido, otro ancla emocional.

Ya al terminar, le pedí el número.
Y para rematar, se fijó en mis zapatillas fosforitas —esas que no pegan ni con cola con mi ropa— y me soltó:

"Oye, me encantan tus zapatillas."

Ahí le expliqué que eran para andar bien, por un tema de rodillas, y ella, en mi marco totalmente, me dijo que igualmente me quedaban genial.

Nos despedimos con dos besos, y se fue.
Y yo, con una sonrisa que duró un buen rato.

Otra más para los libros.
 

Nuevas implementaciones en mi juego

Para cerrar las historias del sábado, quiero contaros algo importante: estoy empezando a implementar cosas nuevas en mi juego.
Pequeños detalles, pero con un impacto brutal.

Por ejemplo, ya me estoy atreviendo a entrar tocando a las chicas cuando les lanzo el abridor
Algo que hace un tiempo me parecía impensable.
Y no me refiero a cosas invasivas, sino a gestos simples pero potentes:
un toque en el hombro para llamar su atención en lugar de poner la mano delante del móvil o de la cara.

¿El resultado?
Funciona increíble.
Si tú proyectas una energía masculina y confiada, y la chica se siente segura contigo, ese primer contacto físico no solo no le molesta… le gusta.

De hecho, la última mexicana de la historia fue una de las que abrí tocándole el hombro, y su reacción fue de completa aceptación.
Le brillaron los ojos como diciendo: “Wow, este tío se ha atrevido.”

Y ahora quiero añadir una reflexión que últimamente me ronda la cabeza.

Sé que casi todas las interacciones terminan en citas instantáneas que luego no llegan a más.
A veces solo queda un número, un chat que se enfría o una chica que simplemente se va de viaje y no vuelve.
Pero aún así, creo que debo estar contento con el trabajo que estoy haciendo.

Muchas veces quitamos valor a lo que conseguimos de forma fácil, y eso me está pasando con las citas instantáneas.
Las estoy consiguiendo como churros, y me empiezo a olvidar de que no es algo fácil de lograr.
Y mucho menos si recordamos de dónde vengo.

Obviamente, el siguiente paso es claro:
lanzarse con determinación a por el beso, y cuando haya conexión de verdad, llevarlo hasta el final.
Pero esto es un proceso.

Y como me flipa ligar, salir a la calle y luchar contra mi mente, sé que estoy en el camino correcto.
Es una actividad que disfruto, que me llena, y que además me desconecta completamente del póker.

Así que nada: pico, pala… y a seguir, señores.
 

03/05/2025 12:47
JIG_13
MTT Project
Nivel 52
542 mensajes
2 premiados

Qué coño es este blog xD

03/05/2025 14:32
OffPokerW…
Cash Project
Nivel 73
821 mensajes
6 premiados

Este blog es la risa, eso sí, sintetiza un poco cabrón menudas biblias. Y ojo con las ''nuevas implementaciones en tu juego'' que quizás duermes alguna noche en el calabozo.

03/05/2025 20:34
Diamonds …
Cash Project
Nivel 32
167 mensajes
OffPokerW…

03/05/2025 14:32

Este blog es la risa, eso sí, sintetiza un poco cabrón menudas biblias. Y ojo con las ''nuevas implementaciones en tu juego'' que quizás duermes alguna noche en el calabozo.

Me alegro que al menos os saque una sonrisa....

No podemos tener esa mentalidad tio, si por tocar a una tía en el hombro nos llevan al calabozo, apaga y vámonos

 

03/05/2025 20:47
Diamonds …
Cash Project
Nivel 32
167 mensajes

Entrada semanal. 3 de mayo

Educaligue

La tailandesa. El pico. Y la entrada al nivel intermedio

No sé si es que tengo el ego un poco alto últimamente, pero creo que hemos entrado oficialmente en el nivel intermedio del AVEN.
Lo digo sin exagerar: las citas instantáneas están cayendo con una regularidad tremenda, y como ya comenté en la entrada anterior, esto ya no es suerte.
Hay una sensación de control, consistencia y crecimiento real.

Y creo que la historia que voy a contar ahora lo corrobora.

Era jueves.
Mi único día libre de esa semana.
El lunes fue un caos porque no había luz en casa. El martes, para rematar, me levanté y no había internet. Resultado: medio lunes y medio martes perdidos. Así que decidí coger el jueves como único día entero para salir con intención.

Me voy a Madrid y empiezo a callejear por la zona que ya es como mi segunda casa: Arenal.
Veo a una chica guapísima y, sinceramente, me pudo la mente.
No fui capaz de entrarle.
La veo pararse en Sol. Me cruzo a Preciados. Y en ese momento, me visualizo enrollándome con ella.
Me imagino el momento, respiro profundo, y digo:
“Vale, vamos a por ella.”

Pero cuando vuelvo...
La chica ha desaparecido.

Quedaos con este detalle, porque más adelante cobrará sentido.

Jodido pero todavía con energía, sigo por la calle Arenal. Y ahí veo a otra chica:
asiática, preciosa, que entra en una tienda de joyería barata.
Me espero a que salga.
Y otra vez, de forma increíble e inexplicable, la pierdo de vista.

Ya eran dos interacciones que no hice, y la frustración empezaba a picar.
Así que me dije:
"Vámonos al Palacio Real. A recuperar el foco."

Y por arte de magia…
la veo.

Esa chica asiática preciosa que me había cruzado antes.
Aparece de nuevo.
Vestido blanco.
Ese toque exótico que a mí me descoloca.
No sé qué tiene, pero me encanta cuando tienen esa belleza única, como silenciosa y poderosa a la vez.

De cuerpo le vamos a dar un 7.
De cara, un 8,5 fácil.
La combinación perfecta para que el corazón acelere.

Así que me acerco. Estamos en la zona de los tulipanes.

Le digo:
"¡Oye, perdona! ¿Hablas español? Solo te tengo que decir una cosa súper rápida."

Y ella, dos pasos atrás, con la mirada de
"¿Qué quiere este tío?"

Cualquier otro lo hubiera dejado ahí.
Pero algo dentro de mí me dijo:
insiste.

Cambio al inglés.
"Just a really quick question, do you speak English?"

Y entonces ocurre.

Ella da dos pasos hacia mí, y con cara de curiosidad me dice:
"Sí, a ver… ¿qué quieres?"

Ahí veo el cielo abrirse.

Le suelto, sin dudar:
"Solo quería decirte que me has parecido súper, súper mona. Y tenía que acercarme, al menos decirte algo."

Ella se ríe.
Se toca el pelo.
Y dice:
"Muchas gracias."

Boom.
Ya estamos dentro.

Empieza la fase de aportar valor.
He soltado el cumplido, que es muestra de interés, sí, pero ahora toca recuperar valor.

Así que le lanzo:
"Vale… así súper rápido: ¿cuál es tu historia? Sorpréndeme."

Y me la cuenta.
Resulta que trabaja valorando las indemnizaciones de seguros cuando ocurre una desgracia.
Es decir, ella decide cuánto dinero vale un accidente, una pérdida, una situación difícil.
Nivel de cultura alto.
Y probablemente buena situación económica.

Como la interacción fluye, me entero de que iba a pasear sola por el Palacio Real.
Y entonces le lanzo lo inevitable:

"Venga. Te vas a venir conmigo. Te voy a enseñar un sitio súper chulo."

Y ahí vamos.
Juntos, hacia el mirador típico del Palacio.
Donde tantas cosas han empezado últimamente.

Hasta ahí, típica interacción.
Vamos al mirador del Palacio Real, vemos las vistas, creo que incluso nos hacemos una foto juntos.
Y entonces ella me pide que le haga una foto sola con la Catedral de la Almudena de fondo.

Y ahí es donde descubro algo curioso.

De verdad hay personas que son fotogénicas, y otras que simplemente… no lo son.
Porque esta chica, de cara, era guapísima.
Pero en las fotos salía con una cara de pan que no era ni medio normal.

Me chocó muchísimo.
Tanto que se lo dije, sin filtros:
"Tú no eres para nada fotogénica. La cámara te saca fatal, pero en persona eres una chica bastante guapa."

Ella se rió. Supo tomárselo con humor.

Seguimos caminando.
Y la verdad, nos recorrimos medio Madrid juntos.

Del Palacio Real nos fuimos a Plaza España, donde tomamos un café.
Nos sentamos allí en uno de los bancos y jugamos al típico juego de las preguntas,
ese que empieza suave y que, poco a poco, empieza a rozar lo sexual.
Ahí ya sentía que la tensión iba en aumento.

Luego le propuse ir al Retiro.
Y su reacción fue genial.
Se puso súper contenta, ya que era uno de los sitios que quería visitar, y bromeamos con que le iba a tocar conocerlo con un chico guapo.

En el Retiro la cosa fue especial.

Le enseñé el lago.
Sacó fotos.
Y yo le dije que íbamos a descubrir juntos partes del parque a las que yo ni siquiera había ido,
porque el Retiro es como una ciudad dentro de Madrid.

Nos alejamos y terminamos en una zona de césped.
Y ahí le hice mi truco de magia favorito.
Esta vez sí aproveché el momento para escalar:
le di un abrazo, le pedí que me diera otro… y me lo dio.
Un gesto tierno, pero cargado de conexión.

La chica se quedó flipada con el truco, genuinamente encantada.

En ese momento, le llamó su padre, y estuvo como cinco minutos hablando con él.
Mientras, yo me puse a hacer ejercicios de visualización positiva.
Quería mantener la vibra alta.
Mentalizarme.
Como si estuviera guiando la energía de la cita desde dentro.

Cuando terminó de hablar, le propuse enseñarle a meditar. Me había contado que su madre era budista y que ella había meditado alguna vez, aunque no con demasiada frecuencia.

Le guié. Respiramos juntos. Y al terminar, ella se quedó totalmente relajada.

Momento perfecto para abrazarla de nuevo.
Y así lo hice.

Paréntesis. Porque justo mientras escribo esto, salgo del gimnasio y acabo de ver un vídeo teórico sobre el contacto físico que encaja perfectamente con este momento de mi historia.

El tipo del vídeo explicaba exactamente el punto en el que estoy ahora.
Ese nivel intermedio del juego:
Ya no me da vergüenza entrar.
Consigo números con regularidad.
Las citas instantáneas están a la orden del día.
Incluso, de vez en cuando, consigo llevarme a alguna chica a casa.

Y ahí es donde entra el matiz:
el contacto físico puede empezar a jugar en tu contra.

Porque si escalas demasiado pronto o con demasiada frecuencia,
la chica deja de hacerse preguntas.
Empieza a asumir que si en algún momento quiere acostarse contigo, lo hará,
porque tú estás demasiado disponible.

Y en ese momento, desaparece la magia.

En cambio, si tú racionas el contacto físico,
si solo lo utilizas en momentos clave,
si justo cuando ella espera que toques… no lo haces,
ella se queda preguntándose si tú realmente la deseas.
Empieza a dudar.
Se engancha.

Y esa duda, esa chispa que la hace perseguir,
es el alma del juego avanzado.

Me parece un concepto brutal para este momento de mi camino.
Justo cuando más estoy avanzando, es el tipo de detalle que puede marcar la diferencia real.

Como os digo, recorrimos todo Madrid.
Después del Retiro —donde incluso nos tumbamos juntos en el césped mirando las nubes—
decidimos seguir con el plan y nos fuimos a tomar una cerveza a Santo Domingo,
ya que la azotea del Corte Inglés de Callao estaba cerrada.

Ahí viví uno de esos momentos que parecen pequeños, pero suman mucho:
la chica probó por primera vez la cerveza con limón.
Y su reacción fue pura risa y sorpresa, como si acabara de descubrir algo mágico.
Fue uno de esos instantes que conectan.

De ahí, seguimos hacia el Templo de Debod.
Y ahí la cosa empezó a subir de temperatura.

La conversación, que hasta ahora había sido ligera y divertida,
empezó a tomar un tono más sexual.

Todo surgió de una semilla que yo mismo planté,
y que ella regó con preguntas como:
“¿Con cuántas chicas has estado?”
“¿Cuál ha sido el sitio más loco en el que lo has hecho?”

Ella me confesaba que, en su cultura, estas cosas no se hablaban tan abiertamente,
pero al mismo tiempo, sus ojos brillaban con una mezcla de curiosidad y nervio.
Estábamos caminando por el borde del volcán.

Y en ese momento, mi mente se fue al beso.
Ya sabéis, mi gran punto débil.

Sentía que había llegado el momento.
Estábamos en el Templo, la noche cayendo, la vibra en su punto justo…
Pero cuando estuve a punto de lanzarme, algo cambió.
Se bajó la vibra.
El momento pasó.

Y nos movimos a otro sitio.
El clásico error de no tomar la ola cuando viene.

Después de valorar entre cenar o tomar algo,
decidimos volver al Mirador del Palacio Real, esta vez de noche.

Ella se sentó en el borde, apoyada contra la piedra,
y yo me puse de pie, justo enfrente.
El momento era perfecto.
Silencio. Miradas. Noche. Luces de fondo.
Y no me lancé.

Me miré por dentro. Y me fallé.

Un poco para recomponerme, jugamos con la idea de ir a cenar,
y ella incluso dijo que me iba a invitar.
Un gesto que me sorprendió para bien.

Pero yo, en modo killer, no tenía nada de hambre.
Así que la redirigí y le propuse ir a tomar una copa de vino.
Y así terminamos en un bar cerca del Palacio Real, con dos copas tintas frente a nosotros.

Y justo antes de sentarme con ella, me fui al baño.
No solo por necesidad.
Sino porque necesitaba visualizarme, de nuevo, con ella.
Visualizar el beso.
Visualizar la conexión.

Porque sé que cuando me visualizo,
algo cambia.
Mi vibra sube.
Y la historia empieza a escribirse con otra tinta.

Así que nada, ya era el final del día,
y, curiosamente, faltaba lo mejor.

Estuvimos caminando desde Sol hasta Atocha,
un paseo largo en el que ella iba pegada a mí,
con mi brazo rodeándole el cuello,
y ella, con su mano, acariciando mi brazo de forma suave,
como quien se siente protegida, cómoda, en paz.

Ya os digo: el cuerpo habla más que las palabras.

Cuando llegamos a Atocha, llamé a mi padre para que me viniera a recoger,
ya que salía de trabajar a esa hora.
Mientras lo esperábamos, nos sentamos en uno de esos bancos donde las despedidas suelen tener lugar,
pero yo no quería que esto fuera solo una despedida.

Quería dejarle algo más.
Un recuerdo. Una chispa. Un fuego.

Así que, como broche final, le hice el truco de magia que ya había mencionado antes.
Y otra vez, como si el universo me lo estuviera gritando:
era el momento perfecto para besarla.

Pero otra vez… no fui capaz.

Estaba todo ahí:
la mirada, la cercanía, el clima emocional…
pero me faltaron tablas.

Hasta que, finalmente, me dije a mí mismo:
“Va… a tomar por culo.”

Y me lancé.

Nos dimos un pico.
Rápido, suave, pero real.
Un beso que llegó tarde, que no fue en el mejor momento,
pero que al menos fue.

Y eso ya es una victoria.

A la hora de despedirnos, vino la cobra.
Nos dimos un abrazo, yo le cogí las mejillas con cariño,
y cuando fui a darle otro pico, ella giró la cara
y me lo dio en la mejilla.

Fue como una caricia… pero también como un freno.
Una manera de decirme: “Hasta aquí.”

Pero, sinceramente, no me fui con mal sabor de boca.
Al contrario.
Me fui con la satisfacción de haberlo intentado.
De haber hecho el trabajo,
de haber estado con ella desde las 2 de la tarde hasta las 12 de la noche
dando vueltas por todo Madrid.

Mañana intentaré quedar con ella otra vez,
aunque lo tengo difícil:
se va en tres días.

Pero pase lo que pase…
otra más para los libros.

Y, sobre todo,
una más que me acerca un poco más a ese nivel que estamos persiguiendo.

Resultados del mes

Qué gusto me da ver esa línea roja tan plana, chavales.

Aunque aún no sé del todo qué habrá pasado al final del mes —porque como sabéis, la varianza manda—, la gráfica ha tenido una caída en el último tramo. Aun así, estoy muy contento. El volumen ha sido bastante bueno, sobre todo teniendo en cuenta que esta semana he descansado una semana completa.

Y lo mejor es que los resultados siguen acompañando.

Nos mantenemos en unas 3 BB/100, que como todos sabemos están súper influenciadas por la varianza, así que no me obsesiono con eso. Pero sí me quedo con la línea roja: nos hemos tirado 25.000 manos con ella bastante plana, algo que hace unos meses parecía imposible.

Eso significa una cosa: estoy jugando bien. Estoy haciendo las cosas con cabeza.

Así que ahora solo queda una cosa:
seguir.


Objetivos de Seducción

Este mes hemos hecho 82 interacciones.

Que se dice pronto.

Pero claro, todo gracias a esa semana libre en la que le hemos dado caña a tope, saliendo prácticamente todos los días y empujando los límites.

Además, hemos estudiado unas 15 horas de teoría... pero no de cualquier forma:
15 horas en el gimnasio, viendo vídeos del “Gimnasio de Seducción” mientras entrenaba, tomando notas importantes directamente en ChatGPT, apuntando ideas, conceptos, y formas de seguir subiendo nivel.

Así que ni tan mal.

Poco a poco vamos creciendo. Y creo que los resultados se empiezan a notar. Las interacciones son cada vez más sólidas. El control emocional mejora. Y ya no me quedo solo con haberlo intentado: ahora lo quiero hacer bien.

Pero como siempre digo:
hay que mantener los pies en la tierra. Hay que mantenerse humilde.

Poco más por mi parte amigos. Hasta dentro de siete días...



 

06/05/2025 00:57
reysimio116
MTT Project
Nivel 13
3 mensajes

Me has tenido pegado a la pantalla 5 horas 😂, increíble. Ni en 2 años de carrera he estado tan concentrado en leer algo. 

Admiro un montón los huevos que tienes para entrar a las chicas en la calle, yo ni en 5 años me atrevería. 

Una dudilla que me he surgido al leer el foro ¿Qué buscas entrando a chicas por la calle? (mera curiosidad sin ningún tipo de mala intención)

Ah y si quieres subir el % de ITM tendrías que salir mas de noche, con esas habilidades de fiesta te ligas a la que sea.

Y por ultimo decir que redactas super bien macho, no se si te has planteado alguna vez escribir pero creo que se te daría bastante bien

06/05/2025 12:13
Diamonds …
Cash Project
Nivel 32
167 mensajes
reysimio116

06/05/2025 00:57

Me has tenido pegado a la pantalla 5 horas 😂, increíble. Ni en 2 años de carrera he estado tan concentrado en leer algo. 

Admiro un montón los huevos que tienes para entrar a las chicas en la calle, yo ni en 5 años me atrevería. 

Una dudilla que me he surgido al leer el foro ¿Qué buscas entrando a chicas por la calle? (mera curiosidad sin ningún tipo de mala intención)

Ah y si quieres subir el % de ITM tendrías que salir mas de noche, con esas habilidades de fiesta te ligas a la que sea.

Y por ultimo decir que redactas super bien macho, no se si te has planteado alguna vez escribir pero creo que se te daría bastante bien

Muchas gracias por el apoyo, mensajes como el tuyo son los que me animan a seguir escribiendo en el Blog y a salir a ligar para seguir mejorando.

Lo que busco con estas salidas es por un lado mejorar mis habilidades sociales y ganar confianza en mí mismo demostrándome lo que soy capaz de conseguir, es decir, pasé de que me diera miedo entrar a una chica, a llevármelas de citas instantáneas en el momento en el que las conocía.

Por otro lado, busco tener abundancia de chicas, al menos en esta etapa. Me encanta la idea de tener varias amigas con las que vas compartiendo aventuras, no solo sexo (que también), pero el mero hecho de poder disfrutar de las diferentes personalidades de las chicas que vas conociendo, me encanta la idea. Es que, ligando de esta manera, un día conoces a una Argentina, otro día a una Tailandesa, otro día a una Peruana... y me imagino cada día haciendo un plan distinto con una amiga diferente.

En cuanto a lo de salir de fiesta, probablemente tengas razón, tengo que quitarme de la cabeza que no me gusta salir de noche y llegar tarde, y disfrutar más el momento.

De verdad que muchas gracias por el apoyo, y me alegro de que el Blog haya resonado tanto contigo.

Un abrazo 

07/05/2025 23:42
venga21
Cash Project
Nivel 22
18 mensajes

Que pasa tío, empecé buscando poker y madre mia la que me has liado, me he leido todo el blog del tirón cabronazo! Me has recordado a mi etapa en madrid. Y confirmo, 3 de cada 4 tias que te ligues en daygame seran latinas. 1 en su país van a saco, 2 son mucho mas sexuales que las españolas, 3 el cancer del feminismo no ha llegado alli.

He vivido en madrid y he hecho daygame, mi punto fuerte era el metro, ya no salía realizar esa actividad, hacia mi día a día y si de camino surgía que podía conocer a alguien que me llamase la atención no lo dudaba, metro,super etc etc. Entiendo que dedicándote al poker, tu espacio social se ve reducido y fuerces un poco la situación.

Te voy a comentar varias cosas al contrario que a muchos aqui les parece creepy. HACES DE PUTA MADRE.

1.Ahorras tiempo, no estas ahi chateando como y perdiendo horas para veros en persona y después no surja la chispa.

2.Te desmarca( no tienes competencia apenas, pero eso ya lo sabes)

3.Has ganado una confianza en ti increíble, yo me he leído hoy tus primeras interacciones. La evolución es brutal.

4. Como mucho una persona se puede sentir algo rara cuanto 15 segundos hasta que pasan de ti? Sin embargo has conocido gente que has compartido horas, que habeis disfrutado, conocido y aprendido el uno del otro (aparte de los orgasmos). Creo que esta justificado por que a alguna le haya parecido algo raro que te acercases a hablar con ella (esto va mas que nada por alguno que otro que se pasea por aquí a decir que no le hace gracia el tema, seguramente no se coma un colin)

También te digo ten cuidado por que como te acostumbres, puede que ya no seas feliz por atreverte a acercarte y ser extrovertido, ello ya lo has conseguido, despues puede que quieras resultado y resultados para validarte y al final acabaras dependiendo de terminar en positivo cada sesión, tu ya me entiendes. Ya sabrás como acabo el mítico  Neil Strauss, el mejor discípulo de mistery, que te recomiendo su libro, no el teorico si no el de sus aventuras de nerd a follador nato xd.

Dejando eso a parte, te quiero hacer una pregunta por privado, y esa trata sobre poker xdd, un abrazo y enhorabuena por el blog

09/05/2025 13:58
Diamonds …
Cash Project
Nivel 32
167 mensajes
venga21

07/05/2025 23:42

Que pasa tío, empecé buscando poker y madre mia la que me has liado, me he leido todo el blog del tirón cabronazo! Me has recordado a mi etapa en madrid. Y confirmo, 3 de cada 4 tias que te ligues en daygame seran latinas. 1 en su país van a saco, 2 son mucho mas sexuales que las españolas, 3 el cancer del feminismo no ha llegado alli.

He vivido en madrid y he hecho daygame, mi punto fuerte era el metro, ya no salía realizar esa actividad, hacia mi día a día y si de camino surgía que podía conocer a alguien que me llamase la atención no lo dudaba, metro,super etc etc. Entiendo que dedicándote al poker, tu espacio social se ve reducido y fuerces un poco la situación.

Te voy a comentar varias cosas al contrario que a muchos aqui les parece creepy. HACES DE PUTA MADRE.

1.Ahorras tiempo, no estas ahi chateando como y perdiendo horas para veros en persona y después no surja la chispa.

2.Te desmarca( no tienes competencia apenas, pero eso ya lo sabes)

3.Has ganado una confianza en ti increíble, yo me he leído hoy tus primeras interacciones. La evolución es brutal.

4. Como mucho una persona se puede sentir algo rara cuanto 15 segundos hasta que pasan de ti? Sin embargo has conocido gente que has compartido horas, que habeis disfrutado, conocido y aprendido el uno del otro (aparte de los orgasmos). Creo que esta justificado por que a alguna le haya parecido algo raro que te acercases a hablar con ella (esto va mas que nada por alguno que otro que se pasea por aquí a decir que no le hace gracia el tema, seguramente no se coma un colin)

También te digo ten cuidado por que como te acostumbres, puede que ya no seas feliz por atreverte a acercarte y ser extrovertido, ello ya lo has conseguido, despues puede que quieras resultado y resultados para validarte y al final acabaras dependiendo de terminar en positivo cada sesión, tu ya me entiendes. Ya sabrás como acabo el mítico  Neil Strauss, el mejor discípulo de mistery, que te recomiendo su libro, no el teorico si no el de sus aventuras de nerd a follador nato xd.

Dejando eso a parte, te quiero hacer una pregunta por privado, y esa trata sobre poker xdd, un abrazo y enhorabuena por el blog

Muchas gracias por el apoyo.

Me encanta ver el enfoque de alguien que también ha hecho Daygame, y como le respondí a un compañero la semana pasado, estos tipos de mensajes son los que me alegran el día y hacen que quiera continuar con mi desarrollo. 

Gracias de nuevo y un saludo

 

11/05/2025 10:55
AAKK_full86
Cash Project
Nivel 37
3.335 mensajes
24 premiados

Por alusiones xD.

 

Lo de creepy no lo dije por el hecho de acercarse a mujeres, ya que eso ha ocurrido toda la vida.  Ligar de fiesta no deja de ser acercarse a una desconocida y tampoco vamos a descubrir ahora que ellas ligan hasta cuándo van a por el pan, aunque la causa somos nosotros. Lo que me parece creepy es el hecho de entrar de la misma forma, utilizar IA, etc. Supongo que funcionará así lo del cold approach (ahora se el termino porque alguna propaganda de estas me ha salido de anuncio en IG), pero me resulta raro que se busque tener soltura en esas situaciones, pero luego lo que se hace es "seguir" un guion. Que si la misma apertura o mismas aperturas, que si el mismo juego, etc. Todo medido, dentro de lo que la interacción lo permite, ya que cada mujer reaccionará de una forma. 

Es evidente que tiene sus ventajas como ahorrarse las típicas dos semanas de conversación previa para quedar y que a lo mejor se quede en una primera cita, aunque por lo que leo en el post, aquí también pasa, aunque luego vas a otra y a otra, pero lo mismo que el online que puedes hablar con 5/10/15...

 

Un saludo

11/05/2025 13:58
Diamonds …
Cash Project
Nivel 32
167 mensajes
AAKK_full86

11/05/2025 10:55

Por alusiones xD.

 

Lo de creepy no lo dije por el hecho de acercarse a mujeres, ya que eso ha ocurrido toda la vida.  Ligar de fiesta no deja de ser acercarse a una desconocida y tampoco vamos a descubrir ahora que ellas ligan hasta cuándo van a por el pan, aunque la causa somos nosotros. Lo que me parece creepy es el hecho de entrar de la misma forma, utilizar IA, etc. Supongo que funcionará así lo del cold approach (ahora se el termino porque alguna propaganda de estas me ha salido de anuncio en IG), pero me resulta raro que se busque tener soltura en esas situaciones, pero luego lo que se hace es "seguir" un guion. Que si la misma apertura o mismas aperturas, que si el mismo juego, etc. Todo medido, dentro de lo que la interacción lo permite, ya que cada mujer reaccionará de una forma. 

Es evidente que tiene sus ventajas como ahorrarse las típicas dos semanas de conversación previa para quedar y que a lo mejor se quede en una primera cita, aunque por lo que leo en el post, aquí también pasa, aunque luego vas a otra y a otra, pero lo mismo que el online que puedes hablar con 5/10/15...

 

Un saludo

Dale una oportunidad a lA, te ayuda un montón a prepararte tanto mentalmente como técnicamente. 

Piensa que cuando empezamos a hacer Cold Approach, apenas sabes qué decir, y conforme vas avanzando, se te vuelven a dar situaciones en las que nunca te has visto envuelto. Es justo ahí donde entra la IA, primero practicas con ella y con sus herramientas hasta que lo interiorizas y lo haces parte de ti.

Además, chat GPT es como un espejo, si tu le das mierda, te devuelve mierda, por lo que hay que saber qué coger y que no coger. Sobre todo para los mensajes de texto, si lo utilizas, te das cuenta de que la mayor parte del mensaje lo tienes que editar tú mismo porque sino, suena demasiado artificial, pero la esencia que te da, te hace saber por qué camino tirar...

Por otro lado, me encanta que doy la sensación de llevarlo todo medido (ya que lo comentas en tumensaje), pero el caso es que, una vez lo dominas, eres como un mago... simplemente tienes que repetir la rutina que te funciona una y otra vez (me refiero a cuando te conviertes en un maestro de la seducción). Ahora que estoy aprendiendo, no me queda otra cosa que inspirarme de los vídeos que veo y de la IA, ir probando a ver qué me funciona, y aplicarlo una y otra vez hasta que dé resultados.

De todas maneras me encanta que se formen estos "mini debates" en relación a la seducción. Es un tema que me encanta, así que, no dejéis de compartirme vuestra visión sobre las historietas que me pasan.

Como siempre digo, muchas gracias por el apoyo,

Un abrazo 🙂

11/05/2025 14:24
Diamonds …
Cash Project
Nivel 32
167 mensajes

Entrada 10 de mayo

Educaligue

Venezolana, tatuajes y el nivel intermedio

Esta fue la sexta y última interacción del día, ya que una cosa llevó a la otra y cerré el día con esta venezolana tan interesante.

Estaba con Leo y venía de hacer una interacción en la que no hubo conexión. Simplemente no fluía, así que decidí cortarla a los tres minutos. Cuando llamo a Leo para saber dónde está, él, que siempre se rie de que suelo sacarme citas instantáneas, me suelta entre risas algo como: “¡Qué pasa, que esta vez no has conseguido la cita instantánea?”. Yo le respondo entre serio y en broma: "Cabrón, no todas las interacciones van a terminar en cita instantánea, no soy Dios".

Entonces empezamos a pasear por el Retiro y veo una chica sentada en un banco. Le digo a Leo: "Mira, ahí hay una chica", como dejando caer que si le apetecía entrarle. Era su turno. Pero Leo me dice que no le llama demasiado la atención. Yo tampoco tenía la energía muy alta, pero entre que me crezco cuando voy con algún amigo y que venía de hacer una interacción, me decidí a entrarle.

Le vi tatuajes en los muslos, cosa que para mí es doble red flag: uno, me parece chony, y dos, me hace pensar que no vamos a concordar mucho. Pero como se suele decir, no hay que juzgar a un libro por su portada. Le entré y la cosa empezó a fluir bastante bien. Veo que empieza a jugar con lo que le digo, intenta adivinar a qué me dedico, y quiere con mucho ímpetu que yo adivine a qué se dedica ella.

Aquí surge algo que me encantó porque me di cuenta de que estoy aprendiendo a liderar la conversación. En lugar de caer en el juego de adivinar sin fin, le digo con tono juguetón: "A ver, a ver, para el carro. Yo he venido aquí a ver si molas, no a jugar a adivinar profesiones. Cuéntame, ¿qué haces?" Y me lo cuenta. Punto para mí.

Cuando la vibratoria de la interacción alcanza el punto óptimo, le propongo una cita instantánea de una manera distinta a la habitual. En vez de usar mi típica frase de "te voy a secuestrar", le digo: "Mira, me has caído bastante bien, pero no me apetece estar aquí sentados hablando. Vamos a movernos." Tan simple como eso. Ella acepta, recoge sus cosas y se viene conmigo hacia el Palacio de Cristal.

Físicamente, de cara era un 5,5. Estaba al borde de que tuviese que rechazarla por falta de atracción. De cuerpo era un 7. No tenía cuerpo de gimnasio, que para mí es un 10, pero por ser venezolana se nota que llevan en los genes ese cuerpo fino que les vale para atraer a chicos potentes como yo. Hicimos varias paradas. Del Palacio de Cristal nos fuimos a ver los pavos reales del Retiro, de forma absolutamente improvisada.

De ahí la llevé a tomar un café. Solo me lo bebí yo porque ella ya no quería nada. Aproveché ese rato para conocerla mejor y jugar al juego de las preguntas. Aquí ocurrieron dos cosas interesantes. Primero, cuando vi que las preguntas que me tiraba eran sosas, le dije claramente: "Wow, sosas preguntas, señorita". Como diciéndole en tono juguetón que me tirara algo con más chicha. Y segundo, utilicé la técnica del susurro. Me preguntó si había hecho algo ilegal alguna vez. Le respondí: "Si te lo digo vas a pensar muy mal de mí, pero no te preocupes, no he matado a nadie... todavía". Ella se ríe. Y le digo: "Venga, te lo voy a decir al oído." Me acerco, nuestras mejillas hacen contacto, y le susurro que lo más ilegal que he hecho ha sido tener sexo en la calle. Bam. Conversación sexual plantada como quien no quiere la cosa, y sin forzar nada.

Después del café, tenía pensado irme con Leo, pero fue la vida la que decidió que me quedara con ella. Leo se fue a dar unas clases de bachata a La Latina, así que me quedé con la venezolana. Del Retiro nos fuimos al Palacio Real, donde la llevé al mirador y se quedó flipada con el atardecer. Luego, a Plaza España, donde surgó el plan maestro: planeamos una cita para la semana siguiente para hacer arepas en su casa. Un movimiento logístico impecable. Todo salió de preguntarle si sabía cocinar. Ella dijo que sí, y le dije: "Pues me tienes que cocinar arepas." Como está en un Airbnb, me dijo que tenía que preguntar si podía recibir visitas, pero cuadramos la idea para otro día. Me apunto esta técnica: usar la cocina como excusa logística para quedar en su casa (o en la mía).

Terminamos tomando un vino. Volví al mismo bar donde había estado con la tailandesa la semana anterior. Un sitio que vende un vino que me encanta, el Alma. Allí ella se soltó a hablar más de su vida, de sus sentimientos, y eso fue positivo. Otra cosa buena es que durante toda la tarde no paraba de hablar. No sé si porque le gustaba o porque simplemente era así. Mientras paseábamos, yo la cogía de la cintura y la acercaba a mí, y ella respondía de forma muy positiva. Incluso le hice una broma diciendo que se le escuchaba la respiración y que no sabía si era por frío o porque le ponía nerviosa que yo la cogiera así. Me dijo que un poco nerviosa sí se ponía, pero que podía seguir haciéndolo. Luz verde.

Jugamos también con la idea de que, por ser venezolana, era peligrosa y me podía quitar un riñón. Cuando me dio su Instagram, le dije que me tenía que prometer que no iba a mandarme fotos subidas de tono a las cuatro de la mañana. Eso la hizo reír. Me encanta esta técnica de quitarle el rol sexual a la chica para que sea ella quien intente ganarlo de vuelta. Es algo que he aprendido recientemente: si le dices cosas como "eres un angelito" o "eres un diablillo" (como si hablaras con tu hermanita pequeña o tu mascota), le quitas su poder sexual y la haces entrar en modo seducción.

Como reflexión final, y haciendo referencia al título de esta historia, como dije la semana pasada, hemos entrado de lleno en el nivel intermedio. Ya me saco citas instantáneas casi como quien respira. Lo estamos haciendo fácil. Eso solo significa una cosa: estamos subiendo de nivel. Y me encanta.

Según tengo entendido, para pasar del nivel intermedio al avanzado, la diferencia está en que la chica empieza a perseguirte. No hablamos de belleza, sino de lo que transmites: frases, actitudes, detalles. Cuando una chica te persigue porque le encanta tu esencia, sabes que estás jugando en otra liga. Toca seguir aprendiendo, seguir saliendo, seguir puliendo. Y como os digo siempre, leer, meditar, entrenar... es lo que está haciendo que mi vida esté tan arriba.

*Actualización*: Cuando te empieza a perseguir

Como os decía en el último párrafo, sabemos que estamos llevando a la chica por buen camino cuando te empieza a perseguir, y justo es lo que ha ocurrido con esta. Después de jugar bastante bien con ella por texto, me ha escrito para decirme que le preguntó a su casera si podía recibir gente para cocinar, pero la respuesta fue que no.

Sin embargo, lo importante no es eso. Lo importante es que ella misma me ha escrito un mensaje proponiéndome una cita para la semana que viene. Y eso, chavales, es la primera vez que me pasa. Todavía no le he preguntado a dónde me quiere llevar, pero la vibra es buenísima y suena a plan divertido.

Os comparto la conversación, porque no tiene desperdicio:


Yo: Qué tal le fue por Bilbao a mi casera favorita?
Yo: Espero que no me toque ir a sacarte de la cárcel por robar muchos órganos

Ella: JAJJAJ no he hecho nada ilegal todavía no te preocupes
Ella: Apenas voy saliendo, me terminé quedando la noche y fue espectacular hermoso increíblee, qué tal te fue a ti en tu día libre?

Yo: El jueves no estuvo mal, pero el miércoles conocí a una venezolana súper mona y con tatuajes
Yo: El problema es que es un poco peligrosa y yo soy un chico bueno.
Necesito pedirte consejo para que no revolucione mucho mi vida ¿Qué debería hacer? 🤔

Ella: Qué combinación tan específica, quién será 🤔
Ella: A mí me suena a que es al revés, pero de todas formas yo digo que un poquito de peligro no te cae mal
Ella: Por cierto hablé con la señora y no se puede recibir invitados, pero pensé en llevarte a un lugar que me recomendaron, yo te invito, me avisas si te animas

Yo: Es bastante adorable, creo que te caería bien
Yo: Me encanta cuando sacas tu lado aventurero... suena divertido
Yo: Tendría que ser el miércoles o el jueves, el trabajo manda 😌

Ella: Por lo que veo te cae bien a ti así que debe ser nice, con lo exigente que eres
Ella: Y a mí cuando te dejas llevar jajajja, el miércoles queda perfecto entonces


Poker

En cuanto al póker, no os puedo traer mejores noticias. Ya hemos conseguido subir a NL 200, y lo poco que he jugado os puedo decir que las sensaciones son las mismas que en No Limit 100.

Eso sí, como siempre me pasa cada vez que subo de nivel, aparece esa pequeña aversión al riesgo que te manda señales en la cabeza cada vez que sabe que hay más dinero en juego. Pero lo estoy trabajando poco a poco. La clave, como siempre, es pensar en póker y no en dinero.

No es una situación nueva. Mi mente ya ha estado aquí antes. Me ocurrió cuando subí de NL25 a NL50, de NL50 a NL100… y ahora de NL100 a NL200. Cada escalón mental se supera con trabajo, consistencia y foco en el proceso.

Además, en junio empezaré con mi nuevo coach. No os podéis imaginar las ganas que tengo de dar clase con un profesor, ya que llevo mucho tiempo estudiando por mi cuenta y con mis compañeros. De hecho, les estaba esperando a que terminasen su etapa con otro coach para meternos todos juntos al mismo, porque me parecía la mejor decisión posible.

Rutina de la semana pasada

 

Quería agradeceros a todos el apoyo que estáis mostrando últimamente con vuestros comentarios constructivos. Como os he respondido individualmente, vuestro apoyo también es parte de mi éxito. Os estoy enormemente agradecido.

Y como siempre, espero que mis historias os alegren el día o al menos os saquen una sonrisa.

Así que nada, seguid disfrutando.

Hasta dentro de siete días, amigos.

 


 

Responder

¿Quieres participar?
Inicia sesión o crea tu cuenta gratis para formar parte de la comunidad de EducaPoker.